Incidencia del artivismo lesbofeminista en el fortalecimiento y construcción de la identidad comunitaria, y en la lucha contra la violencia hétero-cis-patriarcal

Revista Estudios Avanzados 36, julio 2022: 17-29. DOI 10.35588/estudav.v0i36.5632 ISSN 0718-5014

 

 

Incidencia del artivismo lesbofeminista en el fortalecimiento y construcción de la identidad comunitaria, y en la lucha contra la violencia hétero-cis-patriarcal*

 

Incidence of Lesbian-Feminist Artivism as a Strengthener and Builder of Community Identity, and the Fight Against Hetero Cis Patriarchal Violence

 

Natalia Gonzalorena Vallejos[1]

 

Resumen

La comunidad LGTBQI+ ha logrado importantes avances desde finales del siglo XX, en un nuevo escenario que se ha visto acompañado por un aumento de la visibilidad de artistas lesbianas feministas. El presente artículo tiene por finalidad dar cuenta de las prácticas y significados atribuidos por artistas lesbofeministas al artivismo, como elemento fortalecedor de las identidades personales y comunitarias, así como dispositivo de influencia social en contra de la violencia hétero-cis-patriarcal. A la luz de la teoría de las Minorías Activas de Serge Moscovici, de estudios feministas, principalmente provenientes de la teoría queer y la perspectiva interseccional, la investigación empleó herramientas de metodología cualitativa y el paradigma interpretativo.

Palabras clave: artivismo, lesbofeminismo, minoría activa, influencia social, violencia hétero-cis-patriarcal.

 

Abstract

The LGTBQI+ community has made significant progress since the end of the 20th century; this new scenario has been accompanied by an increase in feminist lesbian women visible through art. This is an unpublished article that aimed to know the practices and meanings attributed by 17 lesbo-feminist artists to their artivism, as a social influence device against hetero-cis-patriarchal violence. Based on Serge Moscovici’s theory of Active Minorities, and feminist studies, mainly from queer theory and the intersectional perspective, this research has been done under the qualitative methodology and the interpretive paradigm.

Keywords: artivism, lesbian-feminism, active minority, social influence, hetero-cis-patriarchal violence.

 

 

 

 

Introducción

 

La comunidad LGTBQI+ ha logrado importantes avances desde finales del siglo XX, comenzando por la eliminación de la homosexualidad de la OMS en 1990 (Bascuñán, 2009); la despenalización de la sodomía, en el artículo 365 del Código Penal en Chile, en 1999 (en Guíñez, 2015); la Ley Antidiscriminación, del año 2012; el Acuerdo de Unión Civil, de 2015; la Ley de Identidad de Género de 2018 (ChileTrans, s.f.) y el matrimonio igualitario, del año 2021.

La comunidad LGTBQI+ está comprendida por lesbianas (L), gays (G), personas trans (T), bisexuales (B), queers (Q) e intersexuales (I), e incluye el signo +” por la posibilidad de agregar nuevas identidades a la nomenclatura. Dentro de esta población se desprenden dos términos identitarios que no son necesariamente sinónimos, y obedecen a posiciones políticas diferentes. Primeramente, los grupos autodenominados de diversidad sexual, los cuales apelan a homologar sus vidas en el aspecto romántico al de las parejas heterosexuales monógamas, y unidas bajo el proyecto de matrimonio. Y, por otra parte, los de la disidencia sexual, quienes se sitúan desde una mirada crítica con respecto a los cánones de la familia tradicional, tensionando los valores de fidelidad y pareja única, y el lazo conyugal como vínculo sagrado y/o meta vital. 

Ahora bien, s allá de estas diferencias, la comunidad activista LGBTQI+, en su conjunto, ha conseguido importantes avances en derechos sociales y jurídicos en Chile y en la región. Pese a ello, el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual MOVILH develó un aumento de un 28% en la victimización (Roa, 2020), siendo el 2016 el primer o (dentro de doce) en el que las lesbianas y población trans registraron más denuncias. Ahora bien, este aumento no necesariamente implica un incremento de la violencia y del lesbo-odio, sino que podría obedecer a una disminución del miedo a denunciar.

Existen distintas formas de discriminación: desde la invisibilización y la exclusión tácita de derechos y de la participación social a la agresión psicológica, sica, e incluso, el homicidio. El Diagnóstico Inicial sobre la Situación Social y Cultural de las Lesbianas y Bisexuales en Chile del 2014, señala que las burlas” fueron las agresiones que más afectan con un 68%, seguido por insultos o amenazas con un 58%; chantaje, extorsión con un 18% y la agresión física y violencia sexual con un 17% y 9%, respectivamente (Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio, 2014: 2). En el estudio Ser lesbiana en Chile, de la Agrupación lésbica y bisexual Rompiendo el Silencio (2018: 27), el 32.8% (de 143 casos) de las mujeres señalaron haber recibido atención psicológica o psiquiátrica por motivo de su orientación, reportándose un 14.2% de aquella cifra como obligada a ello. En el 2019, una encuesta determinó que más del 70% de las mujeres fueron acosadas en la vía pública, mientras un 68% no acudió a centros de salud por miedo a ser discriminadas, y un 99% no recibió ayuda por parte de instituciones públicas (Fuentes, 2019). Asimismo, hay registro de varios lesbicidios (asesinatos a lesbianas) en Chile (Roa, 2020), dentro de los cuales uno de los casos s emblemáticos en Chile ha sido el de la artista lesbiana Mónica Briones, asesinada en Plaza Italia, actual Plaza Dignidad, el 9 de julio de 1984. En su homenaje se considera aquel día como el de la visibilidad lésbica. Otro caso connotado fue el lesbicidio de la joven Nicole Saavedra, el año 2016 en Limache. El diario El Mostrador relacionó su homicidio con el de María Pía Castro, ocurrido el 2008 dentro de la misma zona, uniéndose a la lista Susana Sanhueza (de 22 años) el año 2017 (Amigo, 2020). Sumado a lo anterior, entre el 2014 y el 2017, se registraron, en la misma región de Valparaíso, siete violaciones correctivas (CVC Mujeres Valparaíso, SERNAMEG, en García y Tapia, 2018). Estos hechos hicieron conocido a Valparaíso como unazona roja” para las lesbianas (Mohan, 2019).

El presente artículo analiza y reflexiona sobre la relación entre el artivismo lesbofeminista, identidad comunitaria y la lucha en contra de la violencia hétero-cis-patriarcal. Mi motivación central mediante el documento no guarda un vínculo primigenio con mis estudios en artes escénicas o en psicología comunitaria; escribo sobre este tema, principalmente, porque me siento interpelada a hacerlo desde mi condición de mujer, de feminista y de lesbiana. De este modo, espero contribuir al fortalecimiento de la comunidad mediante la difusión de nuestras narrativas en primera persona.  

 

Minorías activas e influencia social: Moscovici 

 

La teoría de las minorías activas fue propuesta por el psicólogo social rumano-francés Serge Moscovici. Para este teórico los grupos minoritarios de la sociedad comenzaron a revestir interés cuando vislumbró en ellos su potencialidad transformadora para con las mayorías. Moscovici creó en 1981 esta teoría, en un periodo en que las Ciencias Sociales estaban fuertemente influidas por el mundo de las ciencias “duras”, en cuanto a la forma de analizar la realidad social, mediante el estructuralismo funcionalista o marxista. El hegemónico modelo funcionalista reforzaba la idea de la adaptación al medio como determinante del/a sujetx integradx y “normal”, cuestionando toda “desviación” a las normas de las mayorías. Sin embargo, con el advenimiento del postestructuralismo, se facilitaron nuevos discursos emanados desde las fisuras de las grandes ideologías. De este modo, la humanidad comenzó a transitar desde una era centrada en las “mayorías” (otrora masas) hacia una asentada en las minorías, deviniendo en la década de los 90s en una fase de apertura, amplitud y multiplicidad identitaria, conocida como la política de las identidades.  

Moscovici definió a las minorías activas como grupos no necesariamente minoritarios numéricamente, sino más bien distantes al poder hegemónico, aunque con deseo de convertirse en mayoría. El autor clasificó tres grandes tipos de minorías: las micas (reconocidas); las minorías contranómicas (en oposición a la norma y búsqueda de un cambio), y las anómicas (minorías no reconocidas socialmente, ergo que no se adaptan) (Moscovici, 1981). Para Moscovici, las minorías activas son coherentes y consistentes (discurso y acción), perseverantes, innovadores y autónomos para conseguir sus propósitos. Además, alude a la importancia de su visibilidad, con objeto de generar nuevos idearios e imaginarios. Pero para que estas minorías puedan constituirse en mayoría, situándose en el poder, necesitan convencer y sensibilizar a la mayoría con respecto a la legitimidad de su posición y demandas políticas.  

Por su parte, influencia social es definida como la capacidad de un grupo social[2] y/o comunidad[3] para modificar las concepciones, sentires y comportamientos de otrxs. La diferencia entre poder e influencia radicaría en que el primero es impuesto desde un marco de desigual reparto de los recursos, mientras que la influencia emplea medios ideológicos y psíquicos para modificar el comportamiento de otrx/s, actuando desde dentro, sin suponer desigualdad entre las partes (Moscovici, 1981). Así, la relación entre poder e influencia es dinámica y, a veces, inversamente proporcional, existiendo situaciones con mucho poder y poca influencia (situaciones autoritarias) y otras con mucha influencia y poco poder (las de las minorías activas). La influencia social es, entonces, la capacidad de un individuo o grupo de modificar el comportamiento de otrxs, sin recurrir a la fuerza (Moscovici, 1981). Este acto se denomina conversión y es el resultado de un proceso complejo de ruptura con la experiencia de vida pasada.  

Para Moscovici la sociedad es un espacio dinámico y en permanente cambio y re-construcción, tanto por grupxs que adhieren a las normas, como por otrxs que no, vislumbrando una interdependencia conflictiva entre individuxs y grupxs (Moscovici, 1981). De esta manera el poder circula, siendo las minorías de hoy los posibles representantes del poder del mañana. 

 

Aportes del feminismo interseccional, del lesbo-feminismo y de la teoría queer  

 

El feminismo interseccional expande el foco de análisis social al puramente económico, imbricando la categoría de clase al de la raza, el género y la sexualidad (entre otras posibles). Este enfoque fue desarrollado en Estados Unidos por la abogada y académica Kimberlé Williams Crenshaw (1959), quien evidenció la ausencia de la mujer negra en el análisis de la opresión. Para la autora, la interseccionalidad es un “concepto provisional” que compromete “el supuesto dominante de que raza y el género son categorías esencialmente separadas” (Montanaro, 2016). Por su parte, la intelectual argentina Karina Bidaseca (citada en Montanaro, 2016) agrega que este enfoque radica en una genealogía de la memoria poscolonial que interpela a la sociedad en relación a las violencias en contra del género para recuperar una memoria epistémica que dé cuenta de las contribuciones del feminismo chicano, de las mujeres indígenas, pobres, campesinas de Sudamérica, y de todas aquellas situadas fuera de los ejes del reconocimiento histórico hegemónico.  

Desde el lesbofeminismo, Yuderkys Espinosa (2016) refiere la existencia de una vinculación necesaria entre feminismo y lesbianismo, basada en una comprensión cada vez más acabada de la teoría feminista de la heterosexualidad obligatoria, como institución social responsable de la producción de la sujeta mujer cuyo deseo e identidad debe asegurar su dependencia al varón.  

En Chile, la historia lesbofeminista es relativamente reciente, siendo Ayuquelén (nombre que en mapudungún significa “La alegría de ser”) la primera colectiva lésbica documentada, dentro de los os 80s. Esta agrupación participó en Encuentros de Lesbianas Feministas en América Latina y el Caribe, y en conferencias de la Asociación Internacional de Lesbianas y Gays (ILGA), articulándose con el objetivo de discutir sobre la heterosexualidad obligatoria y visibilizar la orientación lesbiana en un contexto de fuerte represión (Shats, 2015). Entre los años 1990 y 1991 emergió el primer colectivo de lesbianas en Concepción, llamado LEA (Radio Humedales, 2020). En 1994 se creó una Coordinadora Lésbica (González, 2015), y en 1998 surge la agrupación lésbica Rompiendo el Silencio. Esta organización tuvo en ese mismo o, en la desaparecida Radio Tierra, un programa que convocaba encuentros de poesía y narrativa lesbiana. A su vez, realizaron el Encuentro Lésbico de Todas las Artes (ELTA), en la cual exhibieron una maratón de películas lésbicas (Díaz y Zúñiga, 2016).  

Paralelamente, dentro de los países del norte” emergió la tercera ola feminista,[4] en la cual se incluyeron los feminismos anticoloniales, así como los de la diversidad sexual. Esta ola se preguntó sobre la representatividad de lxs sujetxs políticos del feminismo afianzándose el encuentro entre feminismo y postestructuralismo, influenciada por la teoría queer[5] de Derrida y Foucault, entre otrxs. Asimismo, Austin y Butler (citadxs en Zambrini, 2014) promovieron la emancipación, ampliación y multiplicidad de las identidades, enfatizando en la diferencia entre el género y el sexo biológico (Guíñez, 2015). 

El término queer provino del inglés hace más de cuatro siglos, con connotaciones negativas, tales como: extrañx, rarx, excéntricx, de carácter dudoso o cuestionable, vulgar. Empero, en los años 70s la palabra fue resignificada por el movimiento LGTBQI+, utilizándose con orgullo y símbolo de resistencia política, tal como ocurrió con las palabras “gay” y “lesbiana”. La teoría queer nació en términos políticos en 1990, en el marco de un taller organizado por la feminista postestructuralista italiana Teresa de Lauretis, en la Universidad de California. Con posterioridad y a partir de esta teoría, Austin y Butler (citadxs en Zambrini, 2015) agregaron que lo femenino y masculino eran construcciones sociales surgidas a partir de actos performativos. De este modo, Butler definió el género como la “fantasía que se escenifica por y mediante estilos corporales que constituyen las significaciones de manera encarnada” (citado en Casado, 1999: 85) y añade que “están presentes simultáneamente dos consideraciones aparentemente opuestas: primero, el género como construcción cultural y, segundo, como elección” (Casado, 1999: 83), finalizando con la sentencia de “si una —es— una mujer, es evidente que eso no es todo lo que una es” (Butler, 2007: 49). Para la teoría queer, la forma de luchar es estar (Della Ventura, 2016) fuera de la ley del género, subvirtiendo los imaginarios hétero-cis-patriarcales de manera cotidiana, posicionándose desde identidades disímiles al binomio hombre-mujer, normalizando otras formas de existencias y exigiendo, desde aquella posición, reconocimiento.

En Chile, dentro del siglo XXI se formaron algunas iniciativas, organizaciones e instituciones vinculadas a la comunidad lesbofeminista, tales como la Corporación Humanas[6] en el 2004, vinculada a temáticas de género y de la diversidad sexual. En el 2007 se creó un Bloque Lésbico,[7] mientras en el 2014 apareció la Fundación Visibles y en el 2018 la red lesbofeminista. En el 2019, dentro del contexto de revuelta social, hubo convocatorias abiertas a la comunidad a fin de cohesionar a las participantes en pro del activismo por los derechos, la reparación y protección social. En las últimas décadas la sociedad cambió significativamente, y entre los motivos más evidentes podemos mencionar la lucha histórica de grupos activistas LGTBQI+, la masividad de internet y redes sociales y el movimiento feminista, que sensibilizó a un amplio sector de la población sobre la legitimidad de sus demandas. El respaldo social se ha evidenciado mediante la presencia multitudinaria de mujeres en marchas feministas, tales como las manifestaciones del Ni una menos (2015), en la adhesión mundial al movimiento #Metoo de Estados Unidos (2017) y en la robusta convocatoria a las últimas marchas del 8M en Chile. Desde las artes, la viralización y réplica mundial de la performance Un violador en tu camino de la colectiva Las Tesis, del año 2019, marcó un hito importante en cuanto a la fuerza de la causa feminista y de las disidencias sexuales. No obstante ello, este proceso también se ha visto empañado por grupos radicalmente conservadores y violentos, quienes en ocasiones reaccionan con fuerte virulencia. 

 

 

Artivismos lesbosfeministas

 

El arte ha acompañado siempre los procesos políticos. Para Nina Felshin (1995), el arte político o artivismo es un híbrido entre el arte, la política y la organización comunitaria, que genera nuevas estrategias que pueden ser consolidadas con la creación de tácticas políticas (Ortega Centella, 2015). Al respecto, Gregg Bordowitz agrega: 

 

Yo preferiría definir arte político como arte que conscientemente se sitúa para intervenir (y no solo reflexiona sobre) las relaciones de poder, y esto necesariamente significa sobre las relaciones de poder que existen. Y existe una condición más: esta intervención debe ser principalmente del trabajo en todos sus aspectos, no solo de su forma y su contenido, sino también de su modo de producción y circulación. (Citado en Batista, 2007: 7)  

 

Becker por su parte, en 1996 (citado en Ortega Centella, 2015) postula que el artivismo propone nuevas narrativas capaces de cambiar los códigos sociales y culturales, y, por tanto, es capaz de desarrollar tácticas generadoras de otras formas de sociedad. Augusto Boal,[8] del Teatro del Oprimido, refiere la existencia de dos formas de pensamiento —el Sensible y el Simbólico—, donde las clases dominantes controlan y utilizan, con los medios de comunicación de masas, la producción de una estética anestésica, conquistando los cerebros para la obediencia, el mimetismo y la falta de creatividad (Boal, 2014). De este modo, las narrativas oficiales han estado siempre en manos de los grupos sociales de mayor poder, compuestos históricamente por hombres blancos heterosexuales. Por su parte, la filósofa postcolonialista india Gayatri Chakravorty Spivak acuña el concepto de violencia epistémica —epistemicidio— para referirse a la violencia producida por la invisibilización y el silenciamiento de los discursos de sujetxs y grupxs sociales subalternxs con el propósito de dominarlxs y excluirlxs de las formas de producción del conocimiento, confinándolxs al silencio (Montanaro, 2016). Al respecto, la artivista feminista argentina Valeria Flores (citada en Fiedler, 2017: 42) alude a la prohibición de explicarse el mundo con códigos y referencias propias, donde surgen cuestionamientos como ¿quién tiene permiso de narrar? ¿Quién relata? ¿Quién pone en circulación los relatos? Así, debido a la incipiente atmósfera de apertura, las investigaciones, creaciones y/o narrativas (artivismos) emergidas desde esta realidad social, siguen siendo relevantes y necesarias para el fortalecimiento y agenciamiento comunitario. 

 

Marco metodológico 

 

El presente estudio responde a la pregunta de investigación ¿Cuáles son los significados atribuidos por las lesbianas feministas y artistas al arte como dispositivo de fortalecimiento identitario personal y comunitario, y como Influencia Social en contra de la violencia hétero-cis-patriarcal? Para ello, se analizaron discursos de artivistas lesbianas y feministas de Chile y la región latinoamericana, a partir de la teoría de las minorías activas de Serge Moscovi, del feminismo interseccional de Williams Crenshaw, la teoría queer de Lauretis, Butler y Austin, el lesbofeminismo de Espinosa y el teatro político de Boal. Dicho análisis también se nutrió de conceptualizaciones propuestas por autores como Felshin, Bordowitz y Becker. Por otro lado, la metodología cualitativa y el paradigma interpretativo permitió una comprensión de las subjetividades recogidas en el trabajo de campo. Los criterios de elección de las participantes fueron la autoidentificación como mujeres (o bien, identidades no masculinas hegemónicas), la condición de artistas (con o sin estudios formales) dedicadas a la actividad creativa, y el compromiso político con el lesbofeminismo. El territorio inicialmente era Chile, pero debido a la pandemia y cuarentena, se amplió a otros países latinoamericanos. De esta forma, para el estudio entrevisté a once artivistas o grupos (bandas) lesbofeministas chilenas, una argentina, una brasileña y una uruguaya. Sus edades fluctuaron entre los 25 y 50 años, con una mayor prevalencia entre los 28 y 32 os; predominantemente profesionales universitarias, de clase media, con activismos desde disciplinas tales como el cine, diseño, ilustración, literatura, música, artes visuales y la performance.

 

Resultados del trabajo de campo  

 

 A continuación, se exponen los principales hallazgos de la investigación, ordenados en 3 ejes:

·        significaciones y valoraciones de la práctica artivista, en términos personales y como dispositivo de influencia social;

·        vinculación de las participantes con la comunidad lesbofeminista y los distintos tipos de audiencia, cristalizados en diferentes grupos sociales;

·        relación y tensión entre artivismo y violencia hétero-cis-patriarcal.  

 

A modo de acercamiento a las participantes, narraré brevemente sus trayectorias y motivaciones artivistas. Se observa una tendencia a la autonomía e independencia económica materializada por la actividad de negocios propios y autogestionados: “Ya el 2018 así logré como consolidarlo, porque el 2018, bueno, el 2017 toqué en algunos lugares lésbicos, donde, como en agrupa, en, eh, no sé si cachai, pero se llama “Rogelia” (Entrevistada 5, 32 años. Chile).  

Sus trayectorias artivistas propiamente tal oscila en experiencias de 1 a 12 años, con una mayor prevalencia en los 5 años.  

 

Llegué al espacio de la visibilidad lésbica el año pasado (2019), bueno el año pasado llegué a Reconstruyendo Espacios. (E12, 39 años, Chile)

 

Iniciamos la banda el 2008, eso ya son como 11 años. Van a cumplir, van a ser 12. (Banda de punk rock 8, entre 36 y 39 años de edad, Chile)  

 

Varias artivistas manifestaron haberse tardado en el proceso de asumirse lesbianas (“salida del armario”), principalmente por la falta de referentes lésbicos. El proceso de silenciamiento fue referido como una etapa oscura, que las interpeló a apoyar a las nuevas generaciones de lesbianas. 

 

No tuve ninguna referencia de arte lesbiana cuando yo era menor, y tardé mucho, muchos años para poder pues salir del armario y para poder aceptarme y eso porque yo no tenía referenciales positivos. (E4, 26 años, Brasil)

 

Y ahí me hice esa pregunta poh, y dije ya y los relatos lésbicos, ¿dónde están?, ¿cuál es la cultura lésbica?”, la encontraba que estaba súper invisibilizada, ¿cachai? Entonces, desde ahí yo misma empecé a leer, como a buscar esos relatos... (E3, 28 años, Chile)

 

Dos entrevistadas mencionan la noción de mala representación” a partir de referentes de lesbianas creadas desde el mundo heterosexual, definiendo este acto como una representación colonizada”, desde la hegemonía heterosexual.  

 

Queríamos un poco romper con esa mala representatividad que encontrábamos en los medios, donde la mayoría de las series, de las novelas, de las novelas prime time de hecho, cuando tienen alguna lesbiana, siempre son súper hegemónicas y demás, pero además mientras todos los personajes heterosexuales ya están casados teniendo hijos, las lesbianas se tocan las manos. Como que siempre, todo va más lento. Siempre... es... agotador [...]. La lesbiana de la televisión sufre porque necesita salir del clóset, que sé yo. Y la manera de ser feliz, es que se casa. (E1, 29 años, Argentina)

 

Otras entrevistadas señalaron el lesbicidio de Nicole Saavedra como gatillador del inicio en sus artivismos: “Cuando fue el crimen de Nicole Saavedra, ya nos volcamos a esa lucha también. La lucha por conseguir justicia” (Entrevistadas 8, 36-39 años, Chile).  

Como puede apreciarse, sus inicios en el artivismo son una respuesta a una sociedad que las ha silenciado, no permitido sus existencias y, asimismo, violentado. De esta manera, el artivismo surge como una reacción política de agitación y protesta, de subversión visible.

 

I. Significaciones y valoraciones del artivismo  

 

Las mujeres han estado mucho tiempo sin poder producir el arte. Estamos siempre viendo el arte o siendo los sujetos del arte, no la persona que produce el arte [...] ahora podemos mirar y decirle a la gente, cómo nos vemos, cómo queremos ser vistas y cómo queremos representar a nuestras subjetividades y relaciones [...]. Yo misma creo obras con mi novia, el lesbianismo desde la belleza y eso construye una realidad para el público. (E4, 26 años, Brasil)

 

Es un ejercicio pa’ fuera en donde tú comunicas y pones en palabras y en música algo que te incomoda y sabes que eso genera una discusión o un espacio de reflexión, pero pa’ dentro, pa’ mí, es como no sé, dos meses de terapia, ¿cachai? Porque al final en ese espacio, no sé, pongo palabras y no sé, pongo el sonido que a mí siento me permite expresar eso. (E10, 42 años, Chile)

 

Las entrevistadas refieren un vínculo con la salida del armario y sus inicios en el artivismo, abriéndoles una nueva etapa vital liberadora, terapéutica de su ámbito biográfico emocional y con mayor agencia. El develamiento las lleva a una nueva identidad personal y social, en una nueva comunidad de socialización-pertenencia.  

 

Ha significado primero conocerme, tener una voz, súper importante, cómo poder expresar lo que siento y encontrar símiles, así como gente que está de acuerdo, ¿cachai? Como eso ha sido importante, como la validación a través del discurso. (E5, 32 años, Chile)

 

Creo que es reafirmar eso, porque la voz, me parece a mí, para nosotras es una cuestión fundamental y súper existencial para las mujeres y las disidencias... ha sido nuestro canal de liberación, también ha sido como nuestra forma de visibilizar lo que somos como persona, individualmente, al decir que también somos lesbianas, que somos feministas, como que es una ventana también donde nuestro discurso agarra una forma, agarra una estética. (E6, 25 años, Uruguay)  

 

Significa que no voy a ser la última, entonces eso. Me refiero a que no voy a ser la última, a que van a haber muchas personas más en la misma y que esa es la idea, porque si se atreve uno se atreven todos. Entonces quizás el que lo hace primero lo pasa peor, pero va alivianando el camino para todos los que vienen. (E11, 31 años, Chile)  

 

II.- Relaciones intra y exo-comunitarias de las artivistas entrevistadas  

 

                 Vinculación intra-comunitaria lesbofeminista 

Se presenta un fuerte vínculo con la red lesbofeminista en cinco entrevistadas y un vínculo más débil en siete dentro del país. En el caso de la Entrevistada 3 su artivismo consiste en la realización de talleres de literatura lésbica en espacios separatistas. En estos encuentros, se reseña como una de las motivaciones de las asistentes la búsqueda de pares:

 

salían las chicas no sé, diciendo como, oye, en verdad, yo nunca, o no tengo una comunidad como de amigas, como lesbianas; como que puedo tener amigos gays, porque tengo muchos amigos gays y amigas héteros, pero no tengo amigas lesbianas entonces no sé con quién compartir estos temas que a mí me pasan. (E3, 28 años, Chile)

 

                 Tensiones intra-comunitarias  

La relación intra-comunitaria no está exenta de tensiones. Así, algunas entrevistadas mencionan una suerte de fiscalización de otras mujeres feministas y/o de la comunidad LGTBQI+. Existe un discurso crítico en algunas entrevistadas por prácticas hegemonizadoras dentro de la comunidad lesbofeminista: perciben el riesgo de salir de un modelo heteronormativo a uno lesbo-normativo”. 

 

la comunidad feminista también está todo el tiempo, viendo a ver qué dices o a ver si está cierto o si no sé qué, a veces me parece que están todo el tiempo buscando por errores en nosotros, al cambio de ir y hablar por los errores en los hombres hétero-patriarcales que están haciendo mierda y nos está matando. (E4, 26 años, Brasil)

 

También se alude a la lesbofobia interiorizada: “Llegué a las lesbianas [...] así como con miedo, ¿cachai? Oh, y ¿existen más lesbianas? Cresta y ahí se empieza romper ese estigma, ¿cachai? Porque la misoginia la tenemos todos y la lesbofobia también” (E10, 42 años, Chile).

 En cuanto al uso del lenguaje inclusivo existe algo de controversia: 

 

Pa’ mí no tiene que ver con algo genérico el “A”, tiene ver con algo político, por eso lesbiana, por eso me defino mujer todavía. No es como que, por mucho que no me acomoda ser mujer en esta sociedad, sí siento que es un rol importante de cumplir. Como primero posicionarse y después, deconstruirlo, ¿cachai? (E5, 32 años, Chile)

 

La discusión de ahora de feministas radicales... porque lo inclusivo borra también la lucha feminista, de alguna forma, o el lenguaje inclusivo tampoco está visibilizando a un otre, ¿cachai? (Entrevistadas 14, 42 y 50 años, Chile)

 

                 Vinculación exo-comunitaria   

Un nudo medular del presente estudio es la relación entre esta minoría activa (Moscovici, 1981) y la mayoría heterosexual. La interpretación primera es la del hombre hétero-cis-hegemónico, no de la totalidad del mundo heterosexual. Más allá de ello, la percepción de la mujer heterosexual es de compañera.  

 

En los heterosexuales, eh, pues no tengo mucho contacto con ellos, tengo más contacto con el público heterosexual cuando voy a ferias o a eventos o cosas así, que se habla más con la gente, así la gente viene a hablar conmigo y me dice “pero tú solo dibujas mujeres” o “tú, no sé qué, no sé cuántas”. (E4, 26 años, Brasil)

 

Creo que muy pocas veces se ha dado que un compañero haya entendido por ejemplo que nos tiene que dejar hablar, o que, no sé, o que tiene que callarse a ver si se escuchan otras voces, o que no por ser políticamente correcto tiene que haber mujeres en los toques que también hay varones, creo que generalmente se toman esas interpelaciones como algo que tienen que hacer, porque es lo políticamente correcto y no porque se trata de un cambio, de una transformación profunda de poder atravesar la subjetividad toda de una sociedad y, y hacer un cambio radical con respecto a eso. (E6, 25 años, Uruguay)

 

                 Arte, educación y fortalecimiento comunitario  

Una colectiva de artes visuales chilena señaló una propuesta artística educativa abierta a toda la comunidad (minoritaria y mayoritaria) para vivenciar los procesos de transformación en conjunto a las audiencias, visualizándose una cercanía con la propuesta del Teatro del Oprimido de Augusto Boal.  En cuanto a la ampliación de representaciones de mujeres y disidencias, varias entrevistadas refieren el deseo de educar a la propia comunidad y de potenciar al grupo social: “Como no desvincular el arte de la política nunca, eso me parece central y después, eh, poder incentivar a otras, a otres a hacerlo, este, poder dar un taller o yo qué sé, no sé” (E6, 25 años, Uruguay).  

La difusión, educación y replicabilidad del instrumento artivista es visto como un elemento detonante para la construcción y modificación cultural de la sociedad en la que se vive. Además, lo aprecian como un ejercicio de liberación y goce personal:

 

Me gustaría mucho, pues no sé, tener o participar de sitio o un espacio, de un sitio con mujeres para ver cambios, y clases, y enseñanzas, porque es lo que me gusta a mí, me gusta enseñar [...] me gustaría que más gente tuviera un privilegio como el mío, de poder tener la habilidad de traducir su subjetividad en dibujo y en arte. (E4, 26 años, Brasil)

 

                 Público objetivo 

La tendencia de las participantes es a dirigir sus obras hacia la propia comunidad, o en segunda instancia, para las mujeres, independiente de su orientación o identidad de género.

 

Nos interesa contar en primera persona, eh, el lugar que ocupamos, cómo vivimos y que otras personas se puedan sentir identificadas. (E1, 28 años, Argentina)

 

Como que digo —bueno, por último, que les llegue a los héteros— que es re importante igual, que vean a las lesbianas que se ha visibilizado “ene” esa comunidad. No solo entre nosotras, ¿cachai? Que no sea tan [...] tan guetto, entonces yo salgo un poco de ahí y muestro algo de lo lésbico en otros mundos, con otras visiones. (E13, 38 años, Chile)

 

III. Relación y tensión entre artivismo y violencia hétero-cis-patriarcal 

 

A continuación se exponen citas que evidencian las percepciones de las entrevistadas respecto al artivismo y a la violencia hétero-cis-patriarcal.

 

                 Carencia y mala representación  

La primera violencia hacia la comunidad lesbofeminista es la invisibilización: “y lo primero que hice como relacionado al ámbito feminista fue un club de lectura que era de autoras mujeres, [...] porque bueno, el canon literario de los colegios tiene muy pocas mujeres” (E3, 28 años, Chile).

En cuanto a las referencias culturales (de largo alcance) de lesbianas en la industria televisiva, recuerdan que fueron actrices de la serie estadounidense The L Word, en el 2006. Pero tal como se reseñó, se critica el que estas representaciones hayan sido elaboradas desde el mundo heterosexual. “The L Word, me acuerdo que la más pobre jeje era como la camiona que había, que era regia estupenda así, entonces, y era como jaja hueón y tenía una camioneta y yo decía, eso no es mi realidad” (E2, 36 años, Chile).   

 

                 Interseccionalidad de la violencia 

En Chile, una de las organizaciones que ha instalado en el debate público las situaciones de discriminación y violencias hacia la comunidad lesbiana ha sido la agrupación Rompiendo el Silencio. En cuanto a la comunidad LGTBQI+, el MOVILH y la Fundación Iguales marca una fuerte presencia; sin embargo, los líderes históricos y más connotados de sus organizaciones han sido hombres.[9] Y la discriminación, por cierto, se agudiza cuando se trata de mujeres indígenas o afrodescendientes, así como de origen pobre, o no cis-género.

 

La afrochilenidad es súper negada en Chile, y como mujer lesbiana igual. Veo todo, he vivido toda esa situación de discriminación también, de sexualización y también como mujer negra lesbiana dentro de un ambiente súper blanco. [...] También tomándolos desde que los estudios de la humanidad siempre son estudios de personas blancas, no se estudian a las personas negras. (E11, 31 años, Chile)

 

Como vemos, en su testimonio, la entrevistada refiere distintas opresiones cruzadas, tales como la raza, la orientación sexual y la transgresión del género.  

 

                 Lesbo-odio hacia las artivistas lesbianas  

En cuatro entrevistas se señalan agresiones de parte de hombres a las actividades artivistas.  

 

Me ha llegado mucho odio por heterosexuales, de hombres así, eso es lo que más me ha llegado siempre. Eh, pero eso lo omito. (E2, 36 años, Chile)

 

Los hombres se ponen a hablar de lo que hago, y de la manera como hago, y dicen que no tengo técnica, que no tengo no sé qué, no sé cuántas, y que mi mensaje es muy estricto, así que los hombres heterosexuales se ponen un poco en el camino. (E4, 26 años, Brasil)

 

He tenido que lidiar tanto con lo hétero, por qué hay compas que las han matado, por qué todavía en la calle no es fácil andar de la mano, ¿cachai? (E12, 39 años, Chile)

 

La misoginia y lesbo-odio están presentes en la sociedad y se manifiesta de distintas formas, por lo que se desarrollan instancias de autocuidado y prevención ante eventuales y posibles violencias. No es solo el miedo a la violación, sino además el temor a ser asesinadas. Aunque esta preocupación no supera la convicción de seguir realizando artivismos.

 

Es un derecho que a las mujeres nos han negado históricamente. Me lo tomo y me lo tomo con esa libertad poh, por lo tanto hablo libremente de mis relaciones, de mis sentires lesbianos, y además de la visión política que uno pueda tener. (E10, 42 años, Chile)

 

Se lo expliqué a mi mamá: oye, ten claro que yo sí estoy dispuesta a morir por mis ideales. No me voy a exponer jamás, le dije, pero sí eh, puede que si esta cuestión se pone cuática en algún momento... (E5, 32 años, Chile)

 

                 Respuestas y reacciones ante las violencias 

En torno a la violencia se expresan distintas posiciones, aunque existe una mayor prevalencia de rabia que de miedo. Esta actitud propone un intercambio horizontal entre las partes, buscando constituirse en mujeres lesbianas fortalecidas, capaces de defenderse de las agresiones y violencias, imponiendo respeto. Algunas entrevistadas, las menos, refieren la inquietud de educar a hombres hétero-cis para transformar la sociedad en su conjunto: “Ahí toca de enseñarles como una matriz histórica de por qué está mal, el por qué está mal desde la psicología, desde lo político, desde lo... y me toca caleta ser pedagoga, entonces creo que soy pedagoga todo el rato [...]. Y el arte sirve mucho pa’ eso también poh” (E5, 32 años, Chile).

Ahora bien, pese a las violencias simbólicas, estructurales, físicas y epistemológicas, todas relevan la persistencia y convicción en la militancia lesbofeminista: “las consecuencias son también ese que dice, bueno qué mundo quiero construir y qué mundo quiero habitar o construirlo con mis prácticas también” (E6, 25 años, Uruguay).

 

                 Vinculación a otras disidencias  

El sistema capitalista y el modelo neoliberal dejan distintos grupos sociales desprotegidos y oprimidos, no solo las disidencias sexo-genéricas, por lo que se producen acercamientos que pueden confluir en acciones conjuntas.

 

En el 2019 entré a una colectiva de mujeres afro que se llama Microsesiones Negras. (E11, 31 años, Chile)

 

Disidente en distintos ámbitos, entonces como que te vai encontrando con disidentes sexuales, disidente cultural, y el mundo en que nos movemos es el mundo de la disidencia. Estamos en la resistencia, entonces nuestros desplazamientos son en ese contexto. (Entrevistadas 14, 42 y 50 años, Chile)

 

 

Conclusiones  

El proceso de aceptación e interiorización de la identidad no heterosexual puede ser breve o extenso, dependiendo de distintos factores, como el contexto histórico y la cultura en la cual se vive, entre otros. En el caso de las entrevistadas, en términos generales, sus procesos de develamiento fueron señalados comolargos” y complejos. La razón central fue la falta de referentes y representaciones de lesbianas. Varias declararon no saber, en principio, de la viabilidad incluso de poder ser lesbiana. El silenciamiento de mujeres y disidencias sexo-genéricas en las representaciones culturales, habla de violencia epistémica (Spivak, citada en Montanaro, 2016). Ahora bien, una vez asumidas lesbianas e insertas en una nueva comunidad, varias entrevistadas narraron el deseo de facilitar los procesos de autoaceptación de las nuevas generaciones, contribuyendo mediante la creación de representaciones artísticas. Esta generación de imaginarios simbólicos mediante el arte fortalece la identidad comunitaria lesbofeminista, espejándose con el grupo de manera recíproca.

Las participantes refieren el artivismo como un ejercicio terapéutico, profesional y político de autoliberación expansiva. De este modo, el develamiento repercutió favorablemente en sus producciones artísticas, desplegando sus potencialidades al máximo, comprendiendo así que la identidad tiene un vínculo ineludible con la libertad de ser y el pronunciamiento de este ser.

 

Tensiones endo: microhegemonizaciones, lenguaje inclusivo, relevancia de los discursos

Algunas de las diferencias y puntos controversiales fueron sobre la identidad de mujer y el lenguaje inclusivo, como eliminador de la A” de la sujeta mujer, y lesbiana. Otra de las preocupaciones señaladas fue la creación de micro-hegemonizaciones comportamentales y discursivas en la comunidad. Al respecto, Guerrero (2020) señala que los marcos normativos son constitutivos del sujetx, lo cual nos deja tarde o temprano (querámoslo o no), de una manera u otra, atadxs a unos u otros. Moscovici (1981) señala que cuando una minoría se instala en el poder y pasa a ser mayoría (como hegemonía política), surgen nuevas minorías. Cabe preguntarse si hegemonizar podría ser intrínseco a la naturaleza humana o al mundo occidental, marcado con una impronta de conquista, dominio y colonización.

En lo discursivo y al giro lingüístico, de Butler y Preciado, proponen que parodiar el poder mediante las palabras puede ser liberador y fascinante desde una mirada artística y psicológica, pero no suficiente para cambiar o erosionar las estructuras de poder. Por ello, desde mi perspectiva, el enfoque interseccional entrega más elementos, cuando se habla de transformación macro y micro de las sociedades.

Por otra parte, algunas participantes señalaron la relevancia de la polifonía en el artivismo y en no ghettizar” el movimiento. No es posible permanecer encapsuladxs lejos de la población mayoritaria, cuando lo que se pretende es cambiar a la sociedad en su totalidad.

 

Tensiones exo: relación con la masculinidad hegemónica y educación o confrontación relacional

El nudo central de la teoría de las minorías activas de Moscovici (1981) es su relación con las mayorías, atendiendo a su deseo de constituirse en poder. De modo tal que su comportamiento debe ser convincente, perseverante, consistente, innovador, autónomo, coherente y visible. Ahora bien, el grupo o comunidad lesbofeminista es heterogéneo en términos ideológicos, y si bien se observa en nuestra investigación una coincidencia con las características comportamentales propuestas por el autor, la discrepancia central radica en su relación con la mayoría heterosexual, específicamente con la masculinidad hegemónica. Con la población heterosexual de mujeres sí existe un cierto interés vincular. Siguiendo la tesis de Moscovici, la población heterosexual completa, incluyendo a los hombres hétero-cis, son lxs sujetxs en lxs que habría que centrarse para “convertirlxs”. No obstante, los artivismos van en su mayoría dirigidos a la propia comunidad, siendo las instancias separatistas concebidas como espacios seguros para el encuentro, diálogo horizontal, la vinculación y el fortalecimiento comunitario. En esos lugares, las mujeres y disidencias buscan formarse, apoyarse, y defenderse contra las distintas violencias sistémicas.

 

Necesidad de alianzas con otras comunidades de resistencias

Además de la creación artivista y generación de nuevos referentes y representaciones de la disidencia desde la propia comunidad, es necesario implementar programas de educación de género no sexista en establecimientos educativos. Asimismo, vincularse con hombres hegemónicos desde una posición de igualdad jerárquica permite un eventual cambio del sujeto que influirá en sus parejas e hijxs. Pienso y siento que apostar por el diálogo, aunque sea complejo, es contrahegemónico en sí mismo, concibiendo que nuestro devenir societal ha estado marcado por relaciones de poder autoritarias, jerárquicas y violentas.

 

Aportes de las representaciones lesbo-artivistas a la transformación cultural

Desde el feminismo interseccional, Bell Hooks ha planteado al cine y la televisión como la primera pedagogía de la humanidad, responsable de construir representaciones sociales hegemónicas (WMG, 2011). Como es sabido, esta primera pedagogía de las imágenes y simbologías de las industrias culturales y audiovisuales, así como todos los medios de comunicación de mayor alcance, están en manos de los grandes capitales, porque son fundamentales en la formación de opinión, construcción de narrativas e imaginarios sociales que ratifican su poder. A ello aludía Boal en su relación y vinculación entre imagen o estética, y el poder. La influencia social de las artes se produce cuando este llega a manos de grupos sociales con menor poder e influencia social, logrando, pese a ello, aportar nuevos significados en la cultura hegemónica (Moscovici, 1981). Es decir, el hecho de que estos artivismos existan cambia el escenario simbólico y hace transicionar a mujeres lesbianas, desde objetos del arte (y estudio) a sujetxs creadorxs del mismo. Bajo esta perspectiva, el artivismo proyecta nuevos idearios simbólicos que cuestionan la heterosexualidad hegemónica, apuntando en mayor o menor medida a abrir los horizontes identitarios de la otredad.

 

 Relación-tensión entre violencia y artivismo lesbofeminista, y estrategias políticas

Ante las violencias hétero-cis-patriarcales, las entrevistadas plantean ignorar al mundo heterosexual (respuesta mayoritaria), la confrontación relacional o el acompañamiento formativo de hombres, mujeres y disidencias. La vía de la confrontación y de la educación (en género, feminismos y disidencias sexo-genéricas) son disímiles pero complementarias, al igual que la combinación entre separatismo y luchas mancomunadas de distintas disidencias y grupos sociales de distintas resistencias. Parece importante recordar que los avances político-jurídicos son producto de las luchas históricas de mujeres feministas y por eso, dentro de la comunidad es beneficioso que existan distintos flancos y orgánicas (micro-agrupaciones) de acción, destinadas a la lucha desde el ámbito político y legal, desde el arte y otras manifestaciones, en diversos espacios, tanto públicos como privados. Lo relevante es, como bien señalara Ochy Curiel (CICODE UGR, 2016), imbricar los campos de acción, uniendo las luchas, abriendo los espacios de diálogo, perdiendo el miedo al debate y a la discrepancia, porque atomizar los proyectos sociales y políticos nunca ha favorecido la consecución de derechos y demandas histórico-sociales.

 

*Este trabajo forma parte de una investigación de Posgrado titulada Prácticas y significados del artivismo como dispositivo de influencia social en el fortalecimiento y construcción de identidad comunitaria y lucha contra la violencia hétero-cis-patriarcal, por parte de artivistas lesbio-feministas y disidencias con identidades no masculinas, para optar al grado de Mágíster en Psicología Comunitaria. Santiago de Chile, Universidad de Chile (2020-2021).

 

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     * * *

 

            Recibido: 30/04/2021              

Aceptado: 08/05/2022

  Publicado: 01/07/2022

 

 



[1] Universidad de Chile, Santiago de Chile, Chile, ORCID 0000-0002-7491-6308, ngonzalorena@ug.uchile.cl

[2] En este artículo, grupo social se abordará desde la definición de Turner y Tajfel (1990), que sostienen que los individuos se convierten en grupo no en la medida en que forman relaciones personales basadas en la satisfacción recíproca de necesidades, sino al desarrollar una categorización social compartida de sí mismos, del “nosotros” en contraposición al “ellos”.

[3] En el texto se sitúa la noción de comunidad como el estar en común de singularidades expuestas las unas a las otras. Estos entes singulares están distribuidos espaciadamente y comparten el estar-en-común (Nancy, 2000: 152).

[4] Las olas feministas son periodos históricos en los cuales el movimiento feminista ha desplegado de manera más intensa su lucha, consiguiendo cambios sociales y políticos. La primera ola es conocida por el movimiento sufragista, en el siglo XVIII, mientras la segunda ola se enmarca dentro de los años 60s, con las grandes movilizaciones. La tercera ola, por su parte, está marcada por la diversidad sexual y un fuerte cuestionamiento a las nociones binarias del género.

[5] Esta teoría introduce conceptos como “biomujeres”, referido a las mujeres biológicamente asignadas así al nacer, y “cis-género”, alusivo a las personas que se identifican con el género cultural correspondiente a su sexo biológico. Es decir, una persona “cls” es lo opuesto a una “trans”.

[6] Véase en https://www.humanas.cl/ (consultado 04/06/2022).

[7] Información otorgada por una participante entrevistada.

[8] Augusto Boal perteneció al movimiento social y cultural de los años 60s y 70s en Brasil, siendo influido por B. Brecht y su contemporáneo Paulo Freire.

[9] Aún cuando según Fundación Iguales, en los últimos años, han aparecido con frecuencia representantes mujeres en los medios de comunicación masivos.