Asignación desigual de mujeres al gabinete
en Chile, 1990-2020
Revista
Estudios Avanzados 36,
julio 2022: 30-51. DOI
10.35588/estudav.v0i36.5632
ISSN 0718-5014
Asignación
desigual de mujeres al gabinete
en
Chile, 1990-2020*
Unequal Assignment of Women to the Cabinet in
Chile, 1990-2020
Monserrat Sepúlveda y Alejandra Zuleta[1]
Resumen
Uno de los espacios
políticos que mantiene una baja representación de mujeres a nivel mundial es el
gabinete. Siendo las asignaciones ministeriales cargos de alta connotación,
visibilidad y prestigio, resulta particularmente importante lograr allí una
representación descriptiva. Por lo anterior, el presente artículo propone un
estudio de la asignación de mujeres a cargos ministeriales en Chile de 1990 a
2020 y las tendencias de estas asignaciones según género y prestigio de cada
ministerio. El estudio revela que aun cuando ha habido un aumento en el número
de mujeres en el gabinete, los ministerios a los cuales las mujeres han sido
asignadas replican los roles de género, no logrando traducirse así en mejoras
en el acceso al poder. Además, dichos avances no se han sostenido en el tiempo
debido a la falta de cambios estructurales, permitiendo que sean mejoras
transitorias y dependientes de la voluntad presidencial. Finalmente, los datos
encontrados sugieren que la asignación de mujeres al gabinete aún podría estar
siendo percibida como una necesidad política y no como un compromiso con la
equidad de género.
Palabras clave: gabinete, brecha de género, paridad, políticas
públicas.
Abstract
One of the political spaces with consistently low representation of women worldwide is the cabinet. Because ministerial assignments positions are highly esteemed, visible, and prestigious it is especially important to achieve descriptive representation there. In response to this, the present article proposes a study of both assignments of women to ministerial positions in Chile from 1990 to 2020, and the trends these assignments indicate in terms of the perceived gender and prestige of the ministries. The study reveals that even when there has been an increase in the number of women in the cabinet, the ministries to which women have been assigned replicate gender roles, thus failing to translate into improvements in women’s access to power. In addition, these advances have not been sustained over time due to the lack of structural changes, allowing these to be transitory improvements, dependent on presidential will. Finally, the data found suggest that the assignment of women to the cabinet could still be perceived as a political necessity and not as a commitment to gender equity.
Keywords: cabinet, gender gap, parity, public policy.
Introducción
La
política ha sido un espacio históricamente masculino, en el cual las mujeres
poco a poco se han integrado, especialmente en las últimas décadas. En Chile,
vimos la elección de la primera mujer presidenta el 2006, y el 2017 se realizó
la implementación de la primera ley de acción afirmativa para las elecciones
parlamentarias. Actualmente el país vive un momento histórico con una
Convención Constituyente electa con mecanismos que aseguraron la paridad de
género; sin embargo, aún persisten las brechas de género.
Uno de los espacios
políticos que continúa presentando una baja representación de mujeres a nivel
mundial es el gabinete. Siendo estos cargos de alta connotación, visibilidad y
prestigio (Krook y O’Brien, 2012), resulta
particularmente importante lograr en el gabinete una representación
descriptiva. Latinoamérica es un caso particularmente interesante dado que
presenta un porcentaje más alto de mujeres ministras en comparación al promedio
mundial (Escobar-Lemmon y Taylor-Robinson, 2005). Chile se suma a esta
tendencia, logrando gabinetes cercanos a la paridad en las últimas décadas. No
obstante, al ser estos cargos dependientes de la persona a cargo y no el
resultado de cambios estructurales y culturales, estos avances no se han
sostenido en el tiempo (Franceschet, 2006).
Aún con mejoras en la
representación de mujeres en el gabinete, estudios en otros países alertan
sobre los tipos de ministerios a los cuales podrían estar siendo asignadas,
replicándose las dinámicas desiguales de género al relegarlas a ministerios de
temáticas asociadas a la esfera privada (Escobar-Lemmon y Taylor-Robinson,
2005; Ruiz y Grande, 2015; Heath et al., 2005; Martínez y Garrido,
2013). Estos estudios demuestran que de esta manera se ha limitado el acceso al
poder de las mujeres en la política aun cuando exista un mayor número de ellas.
En Chile, estudios
anteriores han abordado la asignación de ministras como parte de un análisis de
mujeres en política en general (Lampert y Green, 2014; PNUD, 2020) pero no
profundizan mayormente en el gabinete. Aquellos estudios que si profundizan, lo
hacen sobre la representación de mujeres en la Presidencia o el Congreso
(Reyes-Householder, 2018; PNUD, 2018). Por lo anterior, este artículo
contribuye a profundizar la discusión sobre la representación de mujeres en el
gabinete al hacer una revisión del número de mujeres asignadas a cargos ministeriales
en Chile desde 1990-2020, y los tipos de ministerios a las que fueron
asignados. Para ello, aplicaremos dos categorizaciones expuestas por Krook y O’Brien
(2012), que distinguen si los ministerios pertenecen a carteras asociadas a lo
masculino, neutro o femenino, y si son de alto, medio o bajo prestigio. Esto
permitirá responder, primero, en qué medida los cambios en la representación
descriptiva de mujeres en el gabinete se traducen en mejoras en su
participación y acceso al poder; y segundo, qué necesidad existe para
implementación de cambios estructurales en relación a la asignación de mujeres
al gabinete.
Representación
descriptiva y sustantiva
La
exclusión de mujeres de la esfera política debe ser entendida en un contexto
histórico en el cual se han conformado de manera desigual las relaciones de
género y espacios de poder. Como parte de este sistema, se han establecido
normas y prácticas sociales diferentes para hombres y mujeres, asignando la
esfera privada a las mujeres y la pública a los hombres, lo cual
Propicia un desigual
reparto de poder en la sociedad que incluye en las oportunidades de que dispone
cada persona en todos los ámbitos de la vida, incluido el de la política. De
ahí que el sexo sea un determinando importante que, unido a otros como clase o
etnia, puede potenciar las desigualdades e inequidad en el acceso y permanencia
en la vida política. (Ruiz y Grande, 2015: 153)
Así,
la incursión de las mujeres en la política de los últimos siglos, que forma
parte de la esfera pública de la cual las mujeres han sido excluidas, se ha
caracterizado por el enfrentamiento a obstáculos estructurales, económicos,
sociales y políticos.
Esta exclusión se
visualiza a nivel mundial en todos los ámbitos de la política. Según el Mapa de
las Mujeres en Política de la ONU (2021), el promedio de mujeres en los
parlamentos (cámara alta y baja) en el mundo es de un 25.5%, siendo América uno
de los continentes con mayor presencia de mujeres, con un 32.4%. En el caso de
los gabinetes, solo en trece países existió paridad en la distribución de
cargos ministeriales, dos de estos siendo países latinoamericanos: Costa Rica y
Nicaragua. Brasil fue el país con menor cantidad de mujeres en cargos
ministeriales de la región, con 10.5%. Las cifras son incluso menores cuando se
trata de Jefas de Estado y Jefas de Gobierno, siendo un 5.9% y un 6.7%
respectivamente en el mundo. En el caso de Presidentas del Parlamento, las
mujeres representan un 20.9%, mientras en la Vicepresidencia representan un 28.3%.
Al enfrentar la
representación desde una perspectiva de género, se distinguen tres tipos de
representación (Franceschet, 2008). Primero, la representación descriptiva se
refiere a que la composición de un grupo mejorará siempre que la proporción de
mujeres ministras se acerque al porcentaje real de mujeres en la población. En
el caso de Chile, esta se logrará con un porcentaje cercano al 50%. Segundo, la
representación sustantiva apunta a la asignación de ministras que dé mayor
relevancia a la promoción de temas de equidad de género, de importancia para
las mujeres o con perspectiva de género. Tercero, la representación simbólica
refiere a cómo las mujeres en el gobierno son percibidas y evaluadas por
aquellas personas que representan.
Diversos estudios han
encontrado una variedad de avances en equidad de género relacionados al aumento
de la representación descriptiva de mujeres el gabinete: ello genera una señal
simbólica positiva a las mujeres, diciéndoles que el mundo político las
representa y que ellas forman parte de él, normalizando actitudes positivas
sobre la capacidad de las mujeres de gobernar. Se produce un efecto legitimador
que valida las instituciones políticas; las ministras tienen control de
presupuestos y procesos burocráticos a cargo de implementar políticas públicas,
las cuales pueden impactar a mujeres directamente y, en muchos casos, abordan
temas de equidad de género. Las ministras tienen la capacidad de influenciar
los procesos legislativos, debates internos de los gobiernos o conversaciones
públicas sobre temas relacionados a equidad, y aumenta la participación
política de la ciudadanía, en particular de mujeres, reduciendo la brecha de
género en participación (Barnes y Taylor-Robinson, 2018; Fernández y
Rubilar, 2011; Lois y Diz, 2006; Martínez
y Garrido, 2013).[2] Para Ruiz y Grande (2011) el aumento de
mujeres en cargos políticos puede además constituir un efecto de masa crítica.
A través del cruce de “un cierto umbral” (Lois y Diz, 2006: 45) en el acceso a
puestos de poder, las mujeres ministras pueden incentivar la creación de
alianzas, nexos con organizaciones de la sociedad civil y generar voluntad
política en estos espacios, lo que facilitaría el camino hacia cambios
sustantivos y permanentes.
Al considerar la
representación descriptiva, Franceschet y Piscopo (2008: 396) destacan la
suposición errónea de que compartir características adscriptivas genera
automáticamente similitudes sustantivas. La idea de que se requiere mujeres en
la política para representar a los intereses de las mujeres asume homogeneidad
entre ellas. Esto se ha enfrentado incorporando las múltiples identidades de
las mujeres, constituidas no solo por el género sino que también por su raza,
clase, orientación sexual y/o identidad de género, y pertenencia a un pueblo
originario. También se ha incorporado el reconocimiento que dentro de la
diversidad de contextos e identidades de las mujeres existe a la vez la
experiencia compartida de los patrones históricos que han negado a las mujeres
espacio y voz en la política.
Otra consideración sobre
la representación descriptiva refiere al cuestionamiento sobre la capacidad que
una persona tiene para articular las necesidades de un grupo. Sobre esta
preocupación de que una persona nunca podrá entender “todo el panorama” de
intereses de un grupo, Franceschet y Piscopo señalan que
El link entre
representación descriptiva y sustantiva no requiere de una correlación directa
entre ser como y hablar por. Los intereses compartidos simplemente amplían la
agenda. Consecuentemente, los representantes no necesitan invocar todo el
panorama: aspectos individuales ya harán probable que asuntos de preocupación
para múltiples y diversos grupos de mujeres sean escuchados. (Franceschet y
Piscopo, 2008: 397. Traducción de autoras)
De
esta manera se establece la imposibilidad de las mujeres en política para
representar de manera integral los intereses de la heterogeneidad de las
mujeres, al mismo tiempo que se reconoce su capacidad de dar avances a aspectos
individuales.
Estudios de género han
cuestionado la representación descriptiva al señalar que “el aumento de la
representación femenina (representación descriptiva) no siempre supone un
aumento de las políticas y acciones en pro de las mujeres (representación
sustantiva)” (Ruiz y Grande, 2015: 167). La cultura política conservadora, la
debilidad del movimiento de mujeres, la falta de relacionamiento de la sociedad
civil con las mujeres ocupando los cargos políticos y/o la falta de voluntad
política, son todos factores que pueden generar dificultades para concretar
cambios en las dinámicas de género establecidas para consolidar un liderazgo
con mayor énfasis en la perspectiva de género (Genovese y Thompson, 1997; Ruiz
y Grande, 2015; Franceschet, 2006; Franceschet y Piscopo, 2008; Fernández y
Rubilar, 2011). En consecuencia, Reyes-Houselholder invita a medir las
expectativas sobre la gestión de mujeres ministras al recordar que “el grado en
que estas mujeres [ministras] han trabajado a favor de sus conciudadanas [...]
varía ampliamente” (Reyes-Houselholder, 2018: 37). En otras palabras, el mero
hecho que haya más mujeres en los gobiernos o en posiciones de poder no conduce
necesariamente a cambios sustanciales y a favor de las mujeres.
Profundizando esta
crítica, Franschet y Piscopo (2008: 395) señalan que existen dos tipos de representación
sustantiva: de proceso y de resultado. En relación a las mujeres
parlamentarias, definen la representación de proceso como el actuar por las
mujeres para presentar proyectos de ley que avancen los intereses de las
mujeres, incorporen la perspectiva de género a los debates legislativos, y
generen alianzas con mujeres dentro y fuera del cuerpo legislativo. La
representación de resultado, por otro lado, se centra en la capacidad para
llegar a la aprobación de este tipo de legislación. Concluyen que si bien se
evidencia que las parlamentarias han aumentado su capacidad de presentar
proyectos de ley, las características institucionales y los sesgos de géneros
en el ambiente legislativo limitan su habilidad de ver aprobadas leyes en
materias de género. Esto lleva a las autoras a sugerir una mirada escéptica a
la capacidad de las mujeres en política para lograr representación sustantiva
de resultado mientras se mantenga una cultura política patriarcal.
En un análisis que
incorpora ambas perspectivas —la representación descriptiva y la sustantiva— las
autoras Tremblay y Pelletier (2000) concluyen que estas operan de mejor manera
en conjunto. Por un lado, el ingreso de un gran número de mujeres a cargos políticos
no constituye necesariamente la mejor estrategia, cuestionando de esta forma,
junto con Franceschet y Piscopo (2008), la teoría de la “masa crítica”. Tampoco
será efectivo enfocarse únicamente en lograr que mujeres con conciencia de
género lleguen a la política, no si ellas constituyen una abrumante minoría
enfrentando una cultura política patriarcal. En cambio, se lograrán cambios
significativos en la agenda política al aumentar la presencia de mujeres
(descriptiva) con conciencia feminista (sustantiva).
A la vista de lo anterior,
el aumento de mujeres en cargos políticos debe ir acompañado de “acciones
positivas que induzcan cambios sostenibles [...], todo ello unido a medidas
concretas y voluntad política para revertir la realidad existente” (Ruiz y
Grande, 2015: 166). El trabajo que ya se ha hecho en materia de políticas
públicas en Chile, tal como la aprobación de la Ley 20.840 del año 2017, que
incorporó una cuota de género para las candidaturas de las elecciones
parlamentarias y permite un abordaje rápido al modificar las condiciones
estructurales que mantienen y perpetúan la desigualdad. Esto se debe
complementar con políticas enfocadas en sensibilización y educación que
induzcan cambios sostenibles y a largo plazo en la cultura que sustenta aquella
desigualdad. No bastará con eliminar las barreras estructurales si persisten
las barreras sociales, culturales y económicas para la participación de las
mujeres en la política. En tal sentido, en este estudio no se consideran las
mejoras en representación descriptiva de las mujeres en los gabinetes como un
fin último sino como una de las variadas acciones que se deberán realizar. Ruiz
y Grande lo llaman “el primero de los pasos” (Ruiz y Grande, 2015: 167), en una
gama de medidas para llegar a concretar cambios en materias de equidad de
género.
Cuotas de género
A
fin de lograr una mejor representación descriptiva de mujeres en la política,
al menos 120 países en el mundo y 9 en Latinoamérica han implementado algún
tipo de cuota de género (BCN, 2018). Si bien estas medidas no son suficientes
para cambiar las condiciones que sustentan la inequidad, las cuotas de género
deben
Ser entendidas como un
mecanismo que [corrige] los sesgos de género. Impone una mayor visibilidad de
las mujeres y las permite empoderarse, cambiando las relaciones de poder y la
forma de ejercer el mismo, pero debe ser una estrategia temporal inscrita en
una estrategia más amplia que consiga mayores cuotas de igualdad y una
participación real y efectiva de las mujeres. (Ruiz y Grande, 2015: 159)
Dadas
estas características, las medidas no son en sí un fin, sino más bien un medio
para impulsar los cambios necesarios. Las cuotas de género pueden tomar varias
formas. Las cuotas de partidos son medidas voluntarias adoptadas por partidos
políticos a fin de aumentar el número de candidatas mujeres; las cuotas
legisladas de género en las candidaturas imponen un requisito a todos los
partidos políticos o listas para la nominación de un porcentaje mínimo de
mujeres candidatas. Los asientos reservados designan un número determinado de
mujeres electas (Franceschet y Piscopo, 2008).
Paradójicamente, pese a
ser Chile uno de los primeros países de la región en reconocer el derecho al
voto para las mujeres en 1949 y en lograr la elección de una mujer a la
presidencia el 2006, no se aprobó la Ley de Cuotas sino hasta el 2017, mucho
tiempo después que el resto de los países de la región. Desde 1990, se había
logrado aumentar en promedio 1.6% por ciclo eleccionario el número de mujeres
diputadas, mientras que con la implementación de esta ley, en tan solo una
elección hubo un aumento de un 7.5%. Un alza similar se apreció en la elección
de senadoras (PNUD, 2018). Para las elecciones a Convencional Constituyente el
año 2021 también se aplicó una cuota legislada de género en las candidaturas,
además de asientos reservados, por primera vez, en un proceso eleccionario en
el país. Lo anterior se complementó con otros mecanismos como corrección de
género y listas “Cebra”. Con ello se logró la elección de la primera Convención
Constitucional paritaria del mundo, compuesta por 78 hombres y 77 mujeres, la
cual ha sido presidida por mujeres. Los resultados de la Ley de Cuotas 20.840 y
los mecanismos de paridad para la Convención Constituyente demuestran en el
contexto nacional la efectividad de estas medidas para lograr mejorías en la
representación descriptiva.
En el caso del gabinete,
los cargos no se obtienen por proceso eleccionario sino que su asignación se
establece por prerrogativa presidencial. Por esta razón, no es posible
aplicar cuotas de partido ni cuotas
legisladas en las candidaturas, como se hizo en las instancias mencionadas
anteriormente. En cambio, países como España han debatido sobre la
implementación de medidas adaptadas al gabinete para establecer cuotas
voluntarias o legisladas de asignación ministerial, sin ser estas aprobadas
aún. En general la asignación ministerial ha permanecido un espacio de la
política sin legislación en cuanto a la representación de mujeres.
A pesar de los avances que
las cuotas de género han facilitado, Franceschet y Piscopo (2008) presentan
críticas al mostrar que estas pueden generar resentimientos en los partidos
políticos o en colegas hombres; la percepción por parte de las mujeres electas
de un deber de actuar a nombre de las mujeres; beneficios desproporciales para
las mujeres de la elite, e incentivos a la creencia de que las mujeres electas
tienen menos experiencia y son menos autónomas. Aun si esto no es factualmente
correcto, dicha percepción genera estereotipos sobre las “mujeres de cuotas”
(Franceschet y Piscopo, 2008: 395) que afecta negativamente en cómo ellas son
recibidas y consideradas por sus colegas. Además, argumentan que la rapidez con
que estas cuotas son implementadas podría no otorgar el tiempo suficiente para
que políticas de no-discriminación evolucionen y se incorporen en la cultura.
Martínez y Garrido complementan estas críticas al advertir que los mandatos de
posiciones y el sistema electoral, entre otros, “pueden condicionar el
resultado final de la aplicación efectiva de la política de cuotas” (Martínez y
Garrido, 2013: 409), realzando la importancia de implementar las cuotas en
paralelo con otras medidas que aseguren el acceso equitativo a los cargos
políticos a largo de todo el proceso eleccionario.
La experiencia en otros
países en torno a la implementación de las cuotas de género también ha revelado
que
Los partidos
políticos, sus dirigencias, o grupos en su interior que resisten los cambios y
buscan resguardar el poder de incumbentes, han encontrado una diversidad de
mecanismos para resistir o subvertir el espíritu de las cuotas. Desde nominar a
mujeres al final de las listas para que no tengan posibilidades de ser electas,
pasando por inscribir mujeres como titulares y hombres como suplentes y luego
de la elección hacer que estas renuncien, a incluso, inscribir hombres con
nombres que pueden ser confundidos por los de una mujer para cumplir con los
requisitos. (PNUD, 2018: 39)
Este
fue el caso de México, donde luego de implementada una ley de cuotas se observó
con preocupante frecuencia que poco después del registro de candidaturas de
mujeres, estas eran reemplazadas por candidatos hombres (PNUD, 2016). Este tipo
de experiencias destacan la necesidad de incorporar medidas de control y
fiscalización en la implementación de las cuotas de género, tal como se hizo
eventualmente en México.
Al sopesar estas críticas,
Franceschet y Piscopo (2008) concluyen que aún ante la implementación de cuotas
de género que conllevan efectos complejos e incluso contradictorios, y que
requieren de fuerte fiscalización, estas sí aumentan la representación
descriptiva y aumentan la probabilidad de mejoras en la representación
sustantiva. La importancia de estas medidas radica en su capacidad de asegurar
que esos avances se logren inequívocamente de la voluntad (o falta de voluntad)
política del gobierno de turno o la capacidad de la presidencia de formar
estrategias políticas. Franceschet ya realzaba la importancia de generar un
cambio estructural de este tipo en el contexto de la primera elección de
Michelle Bachelet a la presidencia al advertir que “si el cambio que expresa
Bachelet es, básicamente, un cambio de estilo y un ataque a los estereotipos,
que sin dudas beneficiarán a las mujeres, la continuidad que representa tiene
consecuencias muy ambiguas” (Franceschet, 2006: 18). Precisamente este estudio
busca examinar si la representación de mujeres en el gabinete ha fluctuado con
los cambios de gobierno en Chile, en qué medida esto ha ocurrido y qué refleja
respecto al rol que podrían jugar a futuro las cuotas de género en el gabinete.
Reproducción de roles
de género
Estudios
de género han alertado respecto a la reproducción de los roles de género en la
política. En 1985, Torild Skard y Elina Haavio-Manila clasificaron las
comisiones parlamentarias en países nórdicos según cómo estas eran percibidas y
si eran asignadas a hombres o mujeres. Así, llegaron a separarlas en temáticas
de las áreas reproductiva, productiva y de preservación del sistema, observando
que estas se categorizaban según los roles de género tradicionales (Skard y
Haavio-Manila, 1985). Casi tres décadas después, esta tipología continuaba
vigente al ser aplicada por Martínez y Garrido para entender la participación
parlamentaria en Latinoamérica, al observar que
Las mujeres aparecen
recluidas, predominantemente, en comisiones de reproducción (política social,
familiar, sanitaria, educativa, de vivienda, medioambiente, cultura, etcétera)
y comisiones de preservación del sistema (reforma política y administrativa,
política exterior y defensa, apoyo a grupos de interés y minorías, etcétera),
mientras que esta presencia se reduce considerablemente en la presidencia de
las comisiones de producción (política económica, fiscal, laboral, industrial,
energética, etcétera), que abordan las cuestiones más relevantes de la agenda
política. (Martínez y Garrido, 2013: 421)
Heath
et al. (2005) observan dinámicas
similares al encontrar que la participación de mujeres en los comité de poderes
legislativos en Latinoamérica se centra predominantemente en comisiones de
asuntos como equidad y género, familia, educación y cultura, salud, políticas
de atención a grupos vulnerables o derechos humanos. Respecto al gabinete, Ruiz
y Grande concluyen:
Las mujeres siguen
ocupando los ministerios más sociales y con menos poder dentro de los gabinetes
ministeriales, y su presencia en los mismos es más precaria y temporal que la
de los hombres, lo que supone un sesgo de género bastante generalizado. (Ruiz y
Grande, 2015: 160)
Las
conclusiones de estos estudios evidencian cómo los roles de género y la
desigualdad de poder se han replicado en la asignación ministerial en los
distintos espacios de la política, incluyendo el gabinete.
Este panorama ocurre aún
en países con paridad o mayoría de mujeres en el gabinete. Según el Mapa de
Mujeres en Política de la ONU (2021), aún cuando Nicaragua cuenta con un 58.8%
de mujeres en cargos ministeriales, se replican algunos estereotipos en los
gabinetes al mantener a mujeres en ministerios relacionados a las familias o
excluirlas de ministerios como el de Hacienda. Este patrón se repite en otros
países con gabinetes paritarios o cerca de serlo, como en Austria, Suecia,
Canadá, Costa Rica y España, entre otros. Adicionalmente, en la mayoría de
estos países las personas a cargo del Ministerio del Medioambiente son mujeres,
por lo que pareciera que este ministerio más reciente es considerado como un
ministerio “femenino”.
Lo anterior quiere decir
que aunque en ocasiones se logre la paridad en porcentaje de mujeres dentro de
los gabinetes todavía se visibiliza una desigualdad en los estereotipos y roles
de género, lo cual demuestra que la desigualdad entre hombres y mujeres persiste
y es profunda, estando arraigada en nuestras sociedades. También refleja la
fuerte resistencia al cambio, aspecto que resulta particularmente alarmante ya
que sugiere que las estrategias que mantienen a las mujeres excluidas de la
política se han adaptado para mantenerse ante los cambios legislativos y
sociales.
La reproducción de los
roles de género en la política conlleva importantes consecuencias para las
mujeres que participan en ella. Dado que no todas las áreas de política pública
son igualmente importantes (Heath et al.,
2005), la participación en ciertos ministerios es altamente codiciada ya que
pueden proveer de recursos que faciliten el desarrollo laboral y dar acceso a
poder en materia de políticas públicas. En Chile, los distintos ministerios
conllevan accesos disímiles al poder y recursos, como lo ejemplifica la
comparación del Ministerio del Interior, que pertenece al Comité Político y,
por lo tanto se ubica en una esfera muy cercana al poder ejecutivo; y el
Ministerio del Deporte, que no pertenece a este Comité. De este modo, la
participación en un ministerio u otro puede ser decisivo en la capacidad de las
mujeres ministras no solo de incidir en materia de diseño e implementación de
política de gran alcance, sino también en su propio desarrollo político y
laboral.
La exclusión de mujeres a
ministerios del área reproductiva, como los llama Martínez y Garrido (2013)
también envía una señal simbólica respecto a que el “lugar de acción” adecuado
para las mujeres en la política será siempre lo más cercano a su esfera
privada, reforzando las dinámicas históricas que han sustentado la desigualdad
de género. En este contexto, este estudio busca entender en qué medida la
asignación ministerial en Chile ha replicado los roles de género y excluido a
las mujeres de ministerios con mayor acceso al poder y recursos.
Método
En
este estudio se utiliza una metodología de análisis de ministerios y conteo de
mujeres ministras diferente a estudios anteriores. Hasta el año 2016, algunos
servicios, comisiones o consejos fueron “ministerializados” y considerados como
parte del gabinete. Este es el caso del gobierno de Patricio Aylwin, el cual no
asignó a ninguna mujer ministra pero sí “ministerializó” el Servicio Nacional
de la Mujer. Otros estudios han incluido la asignación de mujeres a estos
cargos en su contabilización de la participación de mujeres en los gabinetes
(Lampert y Greene, 2014). Valdés, por su parte, argumenta que la estrategia de
“ministerialización” buscaba otorgar un puesto de alta consideración política a
una mujer sin ceder y asignarle un ministerio, quedando así “la acción política
de las mujeres [...] sometida a ‘la medida de lo posible’” (Valdés, 2013: 253).
Con esa estrategia, la administración de Aylwin evitó posibles críticas por no
asignar a ninguna mujer en su gabinete a pesar del fuerte rol que las mujeres
tuvieron en el fin de la dictadura y en el proceso que lo llevó a él a la
presidencia (Valdés, 2013).[3]
Si bien estos cargos
fueron considerados como parte del gabinete, contabilizarlas como asignaciones
ministeriales genera la dificultad de otorgar datos de difícil comparación con
estudios de países donde no existe la ministerialización. Además, ignora
condiciones disímiles de prestigio, acceso al poder y recurso, y capacidad de
influir en políticas públicas entre la asignación a un ministerio y un servicio
o comisión ministerializado. Con el fin de permitir un análisis comparativo más
preciso con gabinetes de otros países en futuras publicaciones, en este estudio
solo se contabilizaron las mujeres asignadas a ministerios.
Para realizar un análisis
acabado y según estos criterios, realizamos nuestro propio conteo del número de
ministras desde 1990 hasta 2020 (con fecha de cierre 31 de diciembre).
Solicitamos la lista de ministros y ministras por Ley de Transparencia al
Ministerio de Interior, la cual no nos otorgó los datos categorizados y
organizados de una manera que nos permitiera realizar este estudio. Por ello,
la información la recabamos de la Biblioteca Nacional, Memoria Chilena, Diario
Oficial y medios de comunicación. La Tabla 1 detalla estas asignaciones,
indicando el gobierno al que corresponde, ministerio y nombre de la ministra,
al igual que el número total de ministras mujeres y número total de personas
que componen el gabinete en cada gobierno.[4]
Dicho conteo lo realizamos
según asignaciones, por lo que algunas mujeres que lideraron más de un
ministerio en un mismo gobierno, o que fueron ministras de diferentes
gobiernos, fueron contadas más de una vez. Un caso es el de Michelle Bachelet,
quien fue Ministra de Salud de 2000-2002 y luego lideró el Ministerio de
Defensa entre 2002-2004, ambos cargos en el gobierno de Ricardo Lagos. En casos
como este se contó cada asignación de manera separada.
Tabla 1. Ministras designadas al
gabinete (1990-2020)
Table
1. Female ministers appointed to the cabinet (1990-2020)
Gobierno |
Periodo en Ministerio |
Ministerio |
Ministra |
Patricio
Aylwin (1990-1994) |
|||
Eduardo
Frei (1994-2000) |
1994-1999 |
Justicia |
Soledad
Alvear |
1994-1999 |
Bienes
Nacionales |
Adriana
Delpiano |
|
Ricardo
Lagos (2000-2006) |
2000-2004 |
Relaciones
Exteriores |
Soledad
Alvear |
2002-2004 |
Defensa
Nacional |
Michelle
Bachelet Jeria |
|
2000-2002 |
Planificación
y Cooperación |
Alejandra
Krauss Valle |
|
2002-2003 |
Cecilia
Pérez Díaz |
||
2004-2006 |
Yasna
Provoste Campillay |
||
2000-2003 |
Educación |
Mariana
Aylwin Oyarzún |
|
2005-2006 |
Marigen
Hornkohl |
||
2000-2002 |
Salud |
Michelle
Bachelet Jeria |
|
2004-2006 |
Vivienda
y Urbanismo |
Sonia
Tschorne Berestesky |
|
Michelle
Bachelet (2006-2010) |
2006-2007 |
Defensa
Nacional |
Vivianne
Blanlot Soza |
2006-2007 |
Secretaría
General de la Presidencia |
Paulina
Veloso Valenzuela |
|
2009 |
Secretaría
General de Gobierno |
Carolina
Tohá Morales |
|
2009-2010 |
Pilar
Armanet Armanet |
||
2006 |
Economía,
Fomento y Reconstrucción |
Íngrid
Antonijevic Hahn |
|
2006-2008 |
Planificación
y Cooperación |
Clarisa
Hardy Raskovan |
|
2008-2010 |
Paula
Quintana Meléndez |
||
2006-2008 |
Educación |
Yasna
Provoste Campillay |
|
2008-2010 |
Mónica
Jiménez de la Jara |
||
2008-2010 |
Trabajo
y Previsión Social |
Claudia
Serrano Madrid |
|
2006-2008 |
Salud |
María
Soledad Barría Iroume |
|
2006-2010 |
Vivienda
y Urbanismo |
Patricia
Poblete Bennett |
|
2006-2010 |
Bienes
Nacionales |
Romy
Schmidt Crnosija |
|
2010 |
Jacqueline
Weinstein Levy |
||
2008-2010 |
Agricultura |
Marigen
Hornkohl Venegas |
|
2006-2008 |
Minería |
Karen
Poniachik Pollak |
|
Sebastián
Piñera (2010-2014) |
2010-2011 |
Secretaría
General de Gobierno |
Ena
von Baer Jahn |
2012-2014 |
Cecilia
Pérez Jara |
||
2013-2014 |
Educación |
Carolina
Schmidt Zaldívar |
|
2012-2014 |
Justicia |
Patricia
Pérez Goldberg |
|
2010-2011 |
Trabajo
y Previsión Social |
Camila
Merino Catalán |
|
2011-2013 |
Evelyn
Matthei Fornet |
||
2012-2014 |
Obras
Públicas |
Loreto
Silva Rojas |
|
2010-2011 |
Vivienda
y Urbanismo |
Magdalena
Matte Lecaros |
|
2010-2012 |
Bienes
Nacionales |
Catalina
Parot Donoso |
|
2010-2014 |
Medio
Ambiente |
María
Ignacia Benítez Pereira |
|
Michelle
Bachelet (2014-2018) |
2014-2015 |
Secretaría
General de la Presidencia |
Ximena
Rincón González |
2016-2018 |
Secretaría
General de Gobierno |
Paula
Narváez Ojeda |
|
2014-2015 |
Desarrollo
Social |
Fernanda
Villegas Acevedo |
|
2015-2018 |
Educación |
Adriana
Delpiano Puelma |
|
2015-2016 |
Justicia
y Derechos Humanos |
Javiera
Blanco Suárez |
|
2014-2015 |
Trabajo
y Previsión Social |
Javiera
Blanco Suárez |
|
2015-2016 |
Ximena
Rincón González |
||
2016-2018 |
Alejandra
Krauss Valle |
||
2014 |
Salud |
Helia
Molina Milman |
|
2015-2018 |
Carmen
Castillo Taucher |
||
2014-2018 |
Vivienda
y Urbanismo |
Paulina
Saball Astaburuaga |
|
2014-2018 |
Minería |
Aurora
Williams Baussa |
|
2017-2018 |
Transporte
y Telecomunicaciones |
Paola
Tapia Salas |
|
2016-2018 |
Bienes
Nacionales |
Nivia
Palma Manríquez |
|
2014-2016 |
Deporte |
Natalia
Riffo Alonso |
|
2016-2018 |
Mujer
y la Equidad de Género |
Claudia
Pascual Grau |
|
Sebastián
Piñera (2018-2020) |
2018-2019 |
Secretaría
General de Gobierno |
Cecilia
Pérez Jara |
2019-2020 |
Karla
Rubilar Barahona |
||
2020- |
Desarrollo
Social y Familia |
Karla
Rubilar Barahona |
|
2018-2020 |
Educación |
Marcela
Cubillos Sigall |
|
2019- |
Trabajo
y Previsión Social |
María
José Zaldívar Larraín |
|
2018- |
Transporte
y Telecomunicaciones |
Gloria
Hutt Hesse |
|
2018-2019 |
Energía |
Susana
Jiménez Schuster |
|
2018-2018 |
Medio
Ambiente |
Marcela
Cubillos Sigall |
|
2018- |
Carolina
Schmidt Zaldívar |
||
2018-2019 |
Deporte |
Pauline
Kantor Pupkin |
|
2019- |
Cecilia
Pérez Jara |
||
2018-2020 |
Mujer
y la Equidad de Género |
Isabel
Plá Jarufe |
|
2020-2020 |
Macarena
Santelices Cañas |
||
2020- |
Mónica
Zalaquett Said |
||
2018-2018 |
Culturas,
las Artes y el Patrimonio |
Alejandra
Pérez Lecaros |
|
2018- |
Consuelo
Valdés Chadwick |
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Con
el fin de complementar los datos cuantitativos, realizamos un análisis
cualitativo aplicando dos clasificaciones desarrolladas por Krook y O’Brien
basados en datos de gabinetes en el mundo. La primera clasificación refiere al
“género” de los ministerios:
Definimos el género de
un ministerio de acuerdo a si tocan temas relacionados a la esfera pública de
la política o economía [...] y han
sido históricamente asociados a hombres, [...] o a la esfera privada del hogar
y la familia, [...] y han sido
asociados a mujeres. [...] Esta doble definición significa que la distinción no
es simplemente sobre la naturaleza pública/privada del tema, sino también sobre
qué ministerios son entendidos normativamente en relación a visiones
tradicionales de los roles de hombres y mujeres. (Krook y O’Brien, 2012: 844)
La
definición de las autoras sobre ministerios percibidos como “femeninos” y
“masculinos” se basa no solo en la percepción social de los roles de género
establecidos si no en cómo estos se ven efectivamente replicados en los tipos
de ministerios a los cuales hombres y mujeres son asignados en el mundo. Otros
estudios han nombrado a estas categorías de diferentes maneras, tal como
“reproductivo” y “productivo” en Martínez y Garrido (2013), pero todos apuntan
a organizar los ministerios según las esferas pública y privada. Así, Krook y
O’Brien categorizan los ministerios sobre temas como Agricultura, Defensa y
Finanzas como “masculinos”; los ministerios sobre Niñez, Educación y Salud,
como “femeninos”,[5] y los ministerios que no estaban
simbólicamente asociados a un género en particular, como “neutros”.[6]
Categorizar los
ministerios de esta manera presenta un dilema. Al describir y entender cómo los
estereotipos de género se han manifestado y perpetuado históricamente en la
asignación ministerial a través de la categorización de ministerios percibidos
como “femeninos” y “masculinos”, se podría reforzar tales estereotipos con
sesgo por el binarismo tradicional. Resulta importante recalcar que aplicamos
estas categorías con el fin de describir y problematizar cómo la segregación
binaria, según las esferas público y privadas, se ha extendido al gabinete, y
de utilizar una categorización que permita la comparación con otros países, y
no con el fin de delinear los roles de tal o cual género, o de limitar la
diversidad humana a dos categorías. Consideramos que esta contínua descripción
y crítica sobre la asignación ministerial contribuirá a un cambio que
paulatinamente hará necesaria la modificación y complejización de este tipo de
categorización en concordancia con cambios político-culturales.
Aplicando esta
categorización, clasificamos los ministerios en Chile según su “género”, lo
cual detallamos en Tabla 2. Para adaptar dicha categorización a la realidad
chilena aplicamos algunos cambios, los cuales están subrayados. Krook y O’Brien
(2012), consideran a Recursos Naturales, Deporte y Asuntos Parlamentarios como
ministerios neutros, pero dado el contexto nacional y su frecuente asignación a
hombres, clasificamos los ministerios de estas temáticas en Chile —Minería,
Deporte y Secretaría General de la Presidencia— como “masculinos”. Para el caso
del Ministerio de Planificación y Cooperación, luego conocido como Desarrollo
Social y Familia, no se encuentran en las categorías de Krook y O’Brien como
tal, aunque sí se encuentran temáticas similares entre los ministerios
“femeninos”, como Familia y Adultos Mayores, y siendo los ministerios de las
áreas sociales en Chile frecuentemente asignados a mujeres (Donoso y Valdés,
2007), por lo que los clasificamos como ministerios “femeninos”. Finalmente,
analizamos qué porcentaje de mujeres han sido asignadas a ministerios
femeninos, masculinos o neutros. El resultado se expone en la siguiente
sección.
Al respecto, la segunda
clasificación de Krook y O’ Brien refiere al nivel de prestigio de los
ministerios a nivel mundial:
Los ministerios de
“alto prestigio” fueron distinguidos en base a su visibilidad y control
significativo sobre políticas públicas. [...] En cambio, los ministerios de
“medio prestigio” controlan recursos financieros significativos pero tienen
menos estatus y visibilidad. [...] Finalmente, los ministerios de “bajo
prestigio” se caracterizan por una falta de control de recursos. (Krook y O’
Brien, 2012: 845).
Es
importante aclarar que esta categoría no se refiere al prestigio de un
ministerio en base a la opinión pública, su relevancia temporal por causas de
contingencia o la popularidad de quien lo encabece. Esta clasificación se
asocia a la influencia de los ministerios en áreas que la sociedad considera
primordial, la mayor visibilidad de su gestión y el control de recursos o
bienes del país. De esta forma Krook y O’Brien categorizan los ministerios de
temáticas relacionadas a defensa, economía y asuntos internacionales como “alto
prestigio”; ministerios sobre agricultura, educación y transporte como “medio
prestigio”, y los ministerios sobre cultura, deporte y turismo como “bajo
prestigio”.
Aplicamos esta
categorización a los ministerios en Chile (Tabla 2), obteniendo el porcentaje
de mujeres ministras asignadas a los ministerios por gobierno según su
prestigio (Tabla 3). Para acomodar las temáticas de Krook y O’Brien al contexto
chileno el ministerio de Secretaría General de la Presidencia —que coincide con
el ministerio de Asuntos Parlamentarios que Krook y O’Brien clasifican como de
medio prestigio— fue recategorizado como de alto prestigio dado que en Chile
este ministerio pertenece al Comité Político (modificación subrayada).
Tabla 2. Ministerios en Chile categorizados
por género en base a clasificación de Krook y O’Brien (2012)
Table
2. Ministries in Chile categorized by gender based on Krook and O’Brien´s classification
Masculinos |
Interior y Seguridad Pública |
Economía, Fomento y Turismo |
Neutros |
Justicia y Derechos Humanos |
Energía |
Femeninos |
Desarrollo Social y Familia (Planificación y
Cooperación hasta 2011) |
Bienes Nacionales |
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Tabla 3. Ministerios en Chile categorizados
por prestigio en base a clasificación de Krook y O’Brien (2012)
Table
3. Ministries in Chile categorized by prestige based on Krook and O’Brien´s classification
Alto Prestigio |
Interior y
Seguridad Pública |
Economía, Fomento y Turismo |
Medio Prestigio |
Agricultura |
Educación |
Bajo Prestigio |
Desarrollo
Social y Familia (Planificación y Cooperación hasta 2011) |
Bienes Nacionales |
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Resultados
Según
los resultados encontrados en este estudio respecto al número de mujeres
ministras desde 1990 a 2020, 69 mujeres han sido asignadas de un total de 303
personas, lo que equivale a un 23% de los cargos ministeriales (Tabla 4). En
Gráfico 1 se ilustra la variación de mujeres ministras por gobierno, con la cifra
más baja durante el gobierno de Aylwin (0%) y la más alta durante el primer
gobierno de Bachelet (38%). En este se aprecia el aumento sostenido durante los
primeros veinte años de transición a la democracia, lo cual retrocede en ambos
gobiernos de Sebastián Piñera, “frenando el proceso de creciente feminización
que experimentaba el gabinete ministerial” (Fernández y Rubilar, 2011: 151).
Siendo Piñera el único presidente de un partido de derecha en este periodo, dicha
variación sugiere que en el periodo estudiado las mujeres tuvieron mayor
posibilidad de acceder al gabinete durante gobiernos de izquierda y menores
posibilidades durante gobiernos de derecha.
Los resultados varían en
comparación a los de otros estudios dado que no contabilizamos los servicios o
consejos ministerializados. A modo ilustrativo, en la Tabla 5 comparamos
nuestros datos con los encontrados por Lampert y Greene (2014). La variación
resulta particularmente simbólica en el primer gobierno de Bachelet. Al momento
de asumir la presidencia, el SERNAM y Consejo Nacional de la Cultura y las
Artes aún estaban ministerializados por lo que su gabinete fue considerado el primero
con asignatura paritaria (Fernández y Rubilar, 2011). Según nuestra
metodología, al no contabilizar este Servicio y Consejo, el porcentaje de
mujeres ministras se reduce de 50% a 38%. A pesar de esta diferencia, aquel
gabinete continúa teniendo la mayor representación de mujeres en el periodo
estudiado.
Tabla 4. Porcentaje de mujeres
ministras asignadas a los ministerios por gobierno según su prestigio
Table
4. Percentage of women ministers assigned to ministries by government according
to their prestige
Gobierno |
Total gabinete |
Ministras mujeres |
Ministras mujeres en gabinete |
Patricio Aylwin 1990-1994 |
24 |
0 |
0% |
Eduardo Frei 1994-2000 |
48 |
2 |
4% |
Ricardo Lagos
2000-2006 |
40 |
9 |
23% |
Michelle Bachelet 2006-2010 |
42 |
16 |
38% |
Sebastián Piñera 2010-2014 |
48 |
10 |
21% |
Michelle Bachelet 2014-2018 |
46 |
16 |
35% |
Sebastián Piñera 2018-2020 |
58 |
16 |
28% |
Promedio |
23% |
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Gráfico 1. Ministras
asignadas por gobierno 1990-2020
Graph 1. Government-appointed ministers 1990-2020
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Tabla 5. Comparación entre datos
obtenidos y Lampert y Greene (2014)
Table
5. Comparison between data obtained and Lampert and Greene (2014)
Gobierno |
Este estudio |
Lampert y Green |
Aylwin 1990-94 |
0% |
4,8% |
Frei 1994-2000 |
4% |
14,3 |
Lagos 2000-06 |
23% |
33% |
Bachelet 2006-10 |
38% |
50% |
Piñera 2010-14 |
21% |
28,5% |
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Tabla 6. Número de mujeres ministras el
primer y último día de gobierno
Table
6. Number of women ministers on the first and last day of government
Gobierno |
Primer día |
Último día |
Variación |
Patricio Aylwin 1990-1994 |
0 |
0 |
0% |
Eduardo Frei 1994-2000 |
2 |
0 |
-100% |
Ricardo Lagos 2000-2006 |
4 |
3 |
-25% |
Michelle Bachelet 2006-2010 |
8 |
7 |
-13% |
Sebastián Piñera 2010-2014 |
5 |
5 |
0% |
Michelle Bachelet 2014-2018 |
7 |
9 |
28% |
Sebastián Piñera 2018- 2020 |
7 |
5 |
-29% |
Promedio |
-20% |
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
En
cuanto a la variación entre el número de mujeres asignadas el primer día de
cada gobierno y el último, identificamos que en promedio esta cifra disminuye
en un 20% (Tabla 6). Estos datos revelan que la tendencia de los últimos
treinta años ha sido que las mujeres ministras sean paulatinamente reemplazadas
por hombres ministros, lo que se observa particularmente en el gobierno de
Eduardo Frei, durante el cual las dos ministras asignadas el primer día de
gobierno fueron reemplazadas, finalizando ese gobierno sin ministras en su
gabinete.
El resultado al aplicar la
categorización de Krook y O’Brien según el género de cada ministerio se expone
en las Tablas 7 y 8. La primera muestra el porcentaje de ministerios percibidos
como correspondientes al género femenino, masculino o neutro, y la segunda, el
porcentaje de mujeres asignadas a estos. Al observar los promedios desde 1990 a
2020, encontramos que un 62% de la cartera ministerial ha sido aquella
considerada como masculina. Sin embargo, como se observa en Tabla 8 en promedio
tan solo el 26% de las mujeres ministras fueron designadas a estos ministerios,
presentando una brecha de 36 puntos. Mirando el detalle por gobierno, ilustrado
en el Gráfico 2, vemos que las mujeres nombradas para ministerios percibidos como
masculinos siempre se ha mantenido por debajo del número de ministerios
considerados de este género.
En relación a ministerios
percibidos como femeninos, estos corresponden al 22% del promedio de
ministerios. Sin embargo, los datos de Tabla 6 muestran que en promedio un 57%
de las mujeres ministras fueron asignadas a estos. Más aún, al mirar en detalle
por gobierno, ilustrado en el Gráfico 3, se observa que durante todo este
periodo de 30 años la asignación de mujeres a estos ministerios nunca ha sido menor
al 50%. Si bien hubo mejoras en la equidad de asignaciones durante el primer
gobierno de Bachelet, posteriormente, estos avances se deshicieron casi
completamente durante el segundo gobierno de Bachelet y el segundo de Piñera.
Lo anterior revela que las
mujeres ministras están subrepresentadas en los ministerios considerados como
masculinos y sobrerrepresentadas en los ministerios considerados como
femeninos, demostrando que la asignación de ministerios en Chile continúa
replicando los roles de género y las líneas de la división sexual del trabajo.
Además, las cifras señalan que el problema persiste en el tiempo. Prueba de
ello es la réplica de estas dinámicas por parte del segundo gobierno de
Sebatián Piñera, a pesar de mejoras en la equidad de las asignaciones en
gobiernos anteriores.
Tabla 7. Ministerios categorizados según
género por gobierno 1990-2020
Table
7. Ministries categorized according to gender by government 1990-2020
Categorías de Ministerios |
Aylwin
1990-1994 |
Frei |
Lagos 2000-2006 |
Bachelet
2006-2010 |
Piñera
2010-2014 |
Bachelet
2014-2018 |
Piñera
2018-2020 |
Promedio |
Masculinos |
65% |
56% |
69% |
67% |
62% |
57% |
58% |
62% |
Neutros |
12% |
22% |
13% |
11% |
19% |
17% |
17% |
16% |
Femeninos |
24% |
22% |
19% |
22% |
19% |
26% |
25% |
22% |
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Tabla 8. Mujeres asignadas a ministerios
según género por gobierno 1990-2020
Table
8. Women assigned to ministries according to gender by government 1990-2020
Categorías de Ministerios |
Aylwin
1990-1994 |
Frei |
Lagos 2000-2006 |
Bachelet
2006-2010 |
Piñera
2010-2014 |
Bachelet
2014-2018 |
Piñera
2018-2020 |
Promedio |
Masculinos |
0% |
0% |
22% |
44% |
30% |
31% |
31% |
26% |
Neutros |
0% |
50% |
11% |
6% |
20% |
6% |
6% |
17% |
Femeninos |
0% |
50% |
67% |
50% |
50% |
63% |
63% |
57% |
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Gráfico 2. Ministerios
considerados como masculinos vs. mujeres asignadas a estos
Graph
2. Ministries considered masculine vs. women assigned to these
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Gráfico 3.
Ministerios considerados como femeninos vs. mujeres asignadas a estos
Graph
3. Ministries considered feminine vs. women assigned to these
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Las
Tablas 9 y 10 muestran el resultado de la aplicación de la categoría de
ministerios según su prestigio alto, medio o bajo; la primera muestra el
porcentaje de ministerios por gobierno, y la segunda, el porcentaje de mujeres
asignadas. Se observa que, siendo un 36% en promedio ministerios de alto prestigio,
solo el 20% de mujeres ministras fueron llamadas a ocupar estos cargos, lo que
constituye una brecha de 16 puntos. Destaca que las asignaciones a ministerios
de alto prestigio nunca alcanzaron la paridad, siendo 31% el porcentaje más
alto durante el gobierno de Lagos. En cuanto a los ministerios de bajo
prestigio, representan en promedio un 15% del gabinete y un 29% de mujeres
ministras fueron asignadas a estos.
Al revisar las cifras por
gobierno ilustradas en el Gráfico 4, se observa además que la asignación de
mujeres a ministerios de bajo prestigio disminuyó entre 1994 y 2014 pero se
retrocedió en estos avances en los gobiernos recientes. Respecto al detalle por
gobierno de los ministerios de alto prestigio, ilustrado en el Gráfico 5, las
cifras revelan que las mujeres ministras estuvieron subrepresentadas en estos
ministerios durante todo el periodo estudiado.
Lo anterior demuestra,
según lo esperado, que la participación de mujeres ministras ha sido
desproporcionadamente mayor en ministerios de bajo prestigio y menor en
ministerios de alto prestigio, replicando la subvaloración de la participación
de las mujeres en la esfera pública.
Tabla 9. Ministerios categorizados según
prestigio por gobierno 1990-2020
Table
9. Ministries categorized according to prestige by government 1990-2020
Categorías de Ministerios |
Aylwin 1990-1994 |
Frei |
Lagos 2000-2006 |
Bachelet 2006-2010 |
Piñera 2010-2014 |
Bachelet 2014-2018 |
Piñera 2018-2020 |
Promedio |
Alto Prestigio |
41% |
39% |
44% |
39% |
32% |
30% |
29% |
36% |
Medio Prestigio |
47% |
50% |
50% |
50% |
50% |
48% |
46% |
49% |
Bajo Prestigio |
12% |
11% |
6% |
11% |
18% |
22% |
25% |
15% |
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Tabla 10. Mujeres asignadas a ministerios
según prestigio por gobierno 1990-2020
Table
10. Women assigned to ministries according to prestige by government 1990-2020
Categorías de
Ministerios |
Aylwin 1990-1994 |
Frei 1994-2000 |
Lagos 2000-2006 |
Bachelet 2006-2010 |
Piñera 2010-2014 |
Bachelet 2014-2018 |
Piñera 2018-2020 |
Promedio |
Alto
Prestigio |
0% |
0% |
22% |
31% |
20% |
13% |
13% |
20% |
Medio
Prestigio |
0% |
50% |
44% |
44% |
70% |
63% |
38% |
52% |
Bajo
Prestigio |
0% |
50% |
33% |
25% |
10% |
25% |
50% |
29% |
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Un
análisis comparativo de ambas categorías revela que desde 1990 a 2020 la
totalidad de ministerios de alto prestigio son ministerios percibidos como
masculinos. Dicho de otra manera, ningún ministerio percibido como femenino es
de alto prestigio. De ese espacio, las mujeres ministras han sido excluidas en
cada gobierno sin excepción, incluso en el gobierno con mayor equidad en el
gabinete, el primer gobierno de Michelle Bachelet. Los ministerios percibidos
como masculinos han ocupado un lugar central y de prestigio, revelando la baja
apreciación que todavía se tiene en las asignaciones ministeriales por las
labores asociadas al género femenino.
Ciertamente esta
comparación arriesga convertirse en una descripción tautológica: los
ministerios de alto prestigio son percibidos como tal ya que son considerados
masculinos, y ciertos ministerios percibidos masculinos son vistos como tal ya
que son de alto prestigio. Efectivamente esto refleja cómo se han manifestado
las dinámicas de género en la asignación ministerial, manteniendo una lógica
circular cerrada a la asociación de lo masculino con el alto prestigio y
viceversa. Sin embargo, recientes cambios sugieren que este patrón se podría
estar quebrando. Por primera vez, en el presente año 2022, el gobierno de Gabriel
Boric designó al Ministerio de la Mujer y Equidad de Género como parte del
Comité Político, convirtiéndolo en el primer ministerio percibido como femenino
en ocupar un lugar de alto prestigio. Este cambio podría ser uno de los
primeros pasos para relevar a algunos ministerios de la esfera privada a una
posición de alto prestigio nacional.
Gráfico 4. Ministerios de bajo prestigio
vs. mujeres asignadas a estos
Graph
4. Low-prestige ministries vs. women assigned to these
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Gráfico 5. Ministerios de alto prestigio
vs. mujeres asignadas a estos
Graph
5. High-prestige ministries vs. women assigned to these
Fuente: elaboración propia. Source: own elaboration.
Discusión
Los
resultados de este estudio revelan que si bien hubo un aumento cuantitativo en
la representación de mujeres en el gabinete en el periodo 1990-2020, los
avances han dependido de voluntad política transitoria de la presidencia y su
gobierno, y no correspondieron a cambios estructurales permanentes. El aumento
en el número de mujeres ministras en el primer gobierno de Bachelet y la
posterior disminución en los siguientes tres gobiernos demuestran este hecho.
En este escenario, los dos gobiernos de Bachelet podrían haber generado una
falsa percepción de la capacidad o voluntad política para asignar gabinetes
paritarios. La habilidad de Bachelet de tomar decisiones y generar cambios en
temas de equidad de género se dio bajo circunstancias muy específicas y la tendencia
es que estas condiciones no ocurran (Reyes-Householder, 2018). Tal como Suárez-Cao
y Miranda nos recuerdan, debemos “comprender a las instituciones y a las
organizaciones como imbuidas en las relaciones de género” (Suárez-Cao y
Miranda, 2018: 13), lo cual genera barreras que perduran en el tiempo. En
efecto, ha tomado más de treinta años desde el retorno a la democracia para que
el 2022 se asignara un gabinete que cambiará completamente el patrón histórico
con el gabinete de Gabriel Boric, compuesto por 14 mujeres y 10 hombres.
Los datos encontrados
permiten, a la vez, matizar la voluntad presidencial de los gobiernos del
periodo estudiado, al mostrar que si bien en la mayoría de los gobiernos ha
habido un aumento en el número de mujeres ministras, ellas fueron asignadas en
mayor medida para los gabinetes que asumieron durante el cambio de mando, pero
fueron reemplazadas por pares hombres con el paso de los años. Dicho fenómeno
se asimila a las estrategias que se han documentado para subvertir las cuotas
de género y se podría basar de igual manera en una resistencia al cambio. Ello
sugiere que la asignación de mujeres al gabinete aún podría estar siendo
percibida como una necesidad política y no como un compromiso con la equidad de
género.
En el nuevo gabinete de
Gabriel Boric destaca la necesidad de asegurar que sus asignaciones
ministeriales no repliquen los patrones históricos para convertirse hoy en una
curva ascendente en la representación de mujeres ministras que descienda durante
su mandato y en los siguientes gobiernos. En consideración a lo anterior,
estimamos que “las ganancias de la igualdad política resultarán efímeras a
menos que estén aseguradas en instituciones perdurables, por ejemplo, en
sistemas legales y administrativos que hagan cumplir las leyes” (Fernández y
Rubilar, 2011: 151). Por esto, consideramos necesario que se realicen cambios
estructurales tales como la aprobación de una legislación de cuotas de género
que garantice un aumento en la representación de mujeres en el gabinete y que
el número de mujeres ministras se sostenga durante todos los años de gobierno y
en mandatos posteriores. Esta legislación deberá además considerar mecanismos
para su fiscalización. Las medidas a implementar podrían incluir paridad en la
lista de personas evaluadas para los distintos ministerios o un porcentaje
mínimo de mujeres asignadas en todo momento a lo largo del periodo de gobierno.
También se debiese continuar fortaleciendo la institucionalidad política
relacionada a la colaboración internacional en materias de equidad de género.
Esto genera presión internacional que propicia la voluntad política para
asegurar un aumento de participación de mujeres en todas las esferas de la
política, incluyendo el gabinete.
Ciertamente la idea de
legislar cuotas de género para el gabinete no carece de críticas. Detractores
han argumentado que el aumento de mujeres en otros espacios políticos, tal como
el Congreso a través de la Ley de Cuotas 20.840, será suficiente para asegurar
un aumento de mujeres en el gabinete. Sin embargo, estudios sobre la relación
entre el poder legislativo y el gabinete revelan que este podría no ser el caso
(Liu y Banaszak, 2016). Precisamente el caso de Chile demuestra esto: cuando el
2017 el número de mujeres electas al Congreso aumentó un 6% (PNUD, 2018) este
estudio muestra que el número de mujeres en el gabinete disminuyó un 6% al año
siguiente. Por otro lado, Martínez y Garrido argumentan que las cuotas de
género podrían no ser necesarias en Chile ya que su ausencia hasta el año 2017
“no se ha traducido [...] en una carencia o ausencia de políticas públicas de
igualdad y de legislación sobre temas de género” (Martínez y Garrido, 2013: 427).
En su lugar, ha intervenido en gran medida Sernam (Sernameg desde el 2016),
contribuyendo a “compensar el déficit de representación femenina” (Martínez y
Garrido, 2013: 427). A pesar del indudable impacto positivo que ha logrado el
trabajo de Sernameg en esta materia, y al que ciertamente ha contribuido la
sociedad civil y otras instituciones públicas, este estudio demuestra que no ha
sido suficiente para cementar los avances logrados.
De implementarse cuotas de
género para el gabinete en Chile, estas abordarán tan solo un aumento y
estabilidad numérica de mujeres en el gabinete, no así la perpetuación de los
roles de género en su asignación. El presente estudio muestra cómo el aumento
de mujeres en el gabinete en Chile no se ha traducido en mejoras cualitativas
debido al tipo de ministerios al que son asignadas las mujeres, ni les ha
permitido necesariamente una mayor participación o acceso al poder. De esta
manera, las mujeres ministras han tenido menor control e influencia que sus
pares hombres sobre políticas en áreas importantes, tales como economía,
defensa y asuntos internacionales. Estas conclusiones coinciden con los
resultados de otros estudios realizados en la materia sobre gabinetes en
Latinoamérica (Heath et al., 2005; Escobar-Lemmon y Taylor-Robinson,
2005; ONU, 2021).
Actualmente, Chile tiene
una gran oportunidad para consolidar avances en esta materia. Desde marzo del
2022, mujeres lideran por primera vez una serie de ministerios que hasta
entonces habían sido asignados únicamente a hombres: el Ministerio del Interior
y Ministerio de Relaciones Exteriores, ambos ministerios de alto prestigio, el
y Ministerio de Minería, considerado como masculino, entre otros (BBC, 2022). Para
consolidar estos pasos será necesario algo más que una ley de cuotas. Se
requerirá un árduo trabajo en educación y sensibilización a largo plazo que
permita un cambio cultural profundo.
Conclusión
Las
principales contribuciones del presente estudio radican, primero, en la
confirmación a nivel nacional de resultados de estudios internacionales respecto
a cómo mejoras en la representación descriptiva no se han sostenido en el
tiempo debido a la falta de cambios estructurales. La carencia de estas medidas
ha permitido que los avances sean transitorios y dependientes de la voluntad
presidencial. Segundo, revelan que la asignación de mujeres al gabinete aún
podría estar siendo percibida como una necesidad política y no como un
compromiso con el principio de paridad y la equidad de género. Finalmente,
muestran cómo aún cuando ha habido un aumento en el número de mujeres asignadas
al gabinete, los ministerios a los cuales las mujeres han sido asignadas
replican los roles de género, no logrando traducirse así en mejoras en el
acceso a poder de las mujeres ministras.
Los resultados de este
estudio resultan particularmente relevantes dado el compromiso del nuevo
gobierno de Gabriel Boric, quien ha declarado su intención de que este sea el
primer gobierno feminista en Chile. Si bien no cabe duda que este compromiso
establece la voluntad del ejecutivo necesaria para impulsar cambios, este
estudio advierte que este compromiso se debe cementar a través de la aprobación
de legislación y/o políticas públicas que den continuidad más allá del gobierno
actual. Ante la persistencia de estas formas de exclusión de las mujeres en el
gabinete es primordial la existencia de marcos normativos que regulen esta
situación, los cuales deben ser complementados con otras estrategias educativas
que posibiliten un cambio cultural.
La asignación de mujeres
al gabinete en Chile es un espacio de la política aún poco explorado. Si bien
este estudio contribuye para avanzar en esta rama de estudios, hay temas o
enfoques que dejamos fuera del alcance del presente texto. Futuros estudios
podrían extender el periodo de análisis para abarcar más gobiernos y sus
gabinetes o profundizar en los resultados encontrados realizando entrevistas a
mujeres ministras en el periodo abarcado. También, en este estudio utilizamos
conscientemente un enfoque binario y tradicional de género con el fin de obtener
resultados comparables con estudios internacionales. Esto abre la posibilidad
para investigar desde una mirada no binaria y/o que abarque la representación
de mujeres de la diversidad sexual y de género, y disidencias.
Otra arista a explorar en
futuras investigaciones se relaciona con el argumento que Tremblay y Pelletier
(2000) hacen sobre la mayor efectividad que tiene la combinación de la
representación descriptiva y la sustantiva para lograr el acceso de mujeres a
cargos de poder político con conciencia de género. Una línea de análisis que se
centre en esta premisa podría lograrse levantando información sobre el número
de ministras feministas o que presentan programas de trabajo con perspectiva de
género. Una mirada de las últimas décadas podría dar pie a un interesante
análisis sobre la medida en que se ha logrado (o no) avanzar de esta forma.
Finalmente, una última
faceta que dejamos fuera de nuestro estudio fue el tiempo que las ministras
ocuparon sus cargos, para identificar posibles diferencias en esta temporalidad
en comparación a los ministros hombres. Ello podría nutrir aún más el análisis
con perspectiva de género sobre la medida en que se le permite a mujeres y
hombres en el gabinete dar continuidad a su trabajo, y la valoración de sus
posturas y gestión.
*Artículo
basado en trabajo realizado para el diplomado Política y Género de la
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* * *
Recibido: 12/04/2021
Aceptado: 25/03/2022
Publicado: 01/07/2022
[1] Monserrat Sepúlveda: investigadora independiente, Santiago de Chile,
Chile, ORCID 0000-0001-7442-7742, monsesepulveda@gmail.com; Alejandra Zuleta:
investigadora independiente, Santiago de Chile, Chile, ORCID 0000-0002-9704-3634, alejandrazuletabuschmann@gmail.com
[2] Este último punto debe ser entendido con
precaución ya que, en algunos países ha tenido el efecto contrario,
especialmente en hombres.
[3] Destacamos el trabajo de las primeras directoras “ministras” del SERNAM
que sentaron las bases de la institucionalidad y voluntad política para llegar
el 2016 a la creación del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género.
[4] Durante el gobierno de Lagos
(2000-2006) se buscó reducir el gabinete, por lo cual se asignó a un solo
ministro/a para liderar más de un ministerio, como fue el caso de los
ministerios de Vivienda y Urbanismo, y Bienes Nacionales (Navia, 2018). Esta
estrategia no se continuó en los siguientes gobiernos.
[5] Utilizaremos el término “femeninos” en vez de
“feminizados” por ser esta la traducción exacta del término utilizado por Krook
y O’Brien (2012) en inglés.
[6] Para aquellos ministerios cuyos nombres se han
modificado, pero no así su foco de trabajo, utilizamos el nombre empleado en el
segundo gobierno de Piñera. Este es el caso del Ministerio de Desarrollo Social
y Familia, que hasta el 2011 se llamó Ministerio de Planificación y
Cooperación, y hasta el 2019 Ministerio de Desarrollo Social.
[7] Un 70,4% de las referencias corresponden a publicaciones de investigadoras mujeres o equipos de investigación que incluyen al menos a una mujer.